Rishon LeZion. En sus ataques contra Israel del 7 de octubre, Hamás utilizó hace un año cientos de cohetes caseros, explosivos modificados, fusiles del mercado negro, vehículos robados.
Todo esto le permitió sortear la valla fronteriza y arrasar las comunidades de la zona, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a otras 251.
Y aun así, todo este arsenal, acumulado durante años de preparación, no tiene punto de comparación con el del grupo libanés Hizbulá, con el que Israel lleva enfrascado en un intenso intercambio de fuego desde el día siguiente de los ataques de Israel en la franja palestina.
“No tiene nada que ver, sus explosivos son mucho más sofisticados, están mucho mejor mantenidos”, explica a EFE Idan Sharon-Kettler, subcomandante de la unidad de incautación de armamento enemigo en el Ejército israelí, durante una visita a la colección que Israel mantiene en la base aérea de Tzrifin, en la localidad de Rishon LeZion, muy cerca de Tel Aviv.