No hay nada más determinante en una campaña electoral que un relato bien vendido. Solo hay que mirar hacia el pasado proceso cuando Leonel Fernández decidió encabezar las protestas frente al Congreso Nacional para evitar la “instauración de una dictadura danilista”. La gente compró esa historia y tanto los peledeístas como Danilo Medina no ayudaron mucho para deshacer esa venta. La incertidumbre que generaba una nueva modificación constitucional, los comentarios de funcionarios en apoyo a una eventual reelección e incluso, y por más banal que se lea (y es que una imagen vale más que mil palabras), la puesta en escena de una cachucha constitucionalista que cargaba el exmandatario, convenció a muchos compradores de relatos de que sobre el país se podría cernir un “Trujillo del siglo XXI”.
Lo mismo sucedió cuando ocurrieron las fallidas elecciones municipales de febrero del año 2020. Según el informe oficial de la Organización de Estados Americanos (OEA), la razón principal de aquel fiasco fue la mala gestión del área informática de la Junta Central Electoral (JCE); sin embargo, los partidos opositores en ese entonces culparon al oficialismo morado de estar en contubernio con el órgano electoral para ser favorecidos. Lo peor es que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) volvió a ponérsela fácil a los vendedores de relatos al defender a esa JCE que dispuso la suspensión de esas elecciones.
Por mayor y detalle
En la actual campaña electoral abundan ofertas de relatos y muchos son los compradores compulsivos. Están los que venden que el cambio se consolida con cuatro años más, por lo que es necesario otro voto de confianza. Otros ven en las próximas elecciones municipales las escaleras que permitirían un vertiginoso ascenso hasta el Palacio Nacional; mientras que otros esperan que un veterano de mil batallas los guíe nuevamente hacia la victoria en lo que sería, quizás, su última contienda electoral.