El tema de la construcción del canal que busca la derivación del río Masacre ha acaparado la atención de la opinión pública durante un mes completo.
Y es que entre el cierre de la frontera y la efervescencia del espíritu nacionalista, es correcto decir que esta crisis diplomática le ha favorecido a Luis Abinader a lo interno, específicamente en lo electoral, aunque no haya sido esa su intención…
La razón es sencilla y hasta vieja: la naturaleza de los temas que implican la soberanía nacional buscan eso, unir a los ciudadanos en torno a un solo objetivo que no es más que preservar la Patria y limpiar nuestros trapos sucios detrás de las puertas y paredes. Olvidar los fallos, borrar los errores y unirnos como hermanos en una causa común.
Esto del canal es el ejemplo perfecto porque da cancha abierta al presidente (también repostulante presidencial) para explayarse como un patriota en contra de los intereses foráneos que pretenden mancillar el orgullo de un pueblo. Pero esto a su vez, coloca a la oposición en el dilema de, entre unirse a la causa nacional y dejar a un lado las posturas políticas, o darle la espalda a la Patria y abrazar el egoísmo.
Es el mismo cliché de siempre: temas que buscan rebobinar el nacionalismo que llevamos dentro, incentivar ese sentimiento que nos hace ser parte de algo y que convierte en épico cualquier resistencia a la amenaza extranjera.
¿Pero hasta cuándo puede ser útil este tema en particular?
De momento, el Estado dominicano está dejando de percibir aproximadamente 86 millones de dólares por día, sin mencionar las ganancias de los trabajos informales. Y por más increíble que parezca, esto ha unido al pueblo haitiano, incluso al gobierno y a las bandas criminales.
Mientras tanto, el canal sigue construyéndose, la frontera continúa cerrada y las elecciones municipales y presidenciales siguen acercándose.