Estoy seguro de que a los demás que tienen una columna semanal o diaria les pasa igual que a mí. Tenemos un tema planificado y de repente hay algo que nos lo hace cambiar completamente, postergando u olvidando el que pensábamos escribir.La noche del sábado, un programa muy interesante, con el mismo título de este artículo, hacía la historia del humorismo y de esa cualidad que tenemos los dominicanos de reírnos de todo y de tomarlo todo a broma.
Repasaba personas y personajes que habían tenido una carrera en el humor exitosa y para el disfrute de todos nosotros, como son: Cuquín Victoria, Julio César Matías, Cecilia García, Felipe Polanco, Milton Peláez, Freddy Beras Goico y otros que no recuerdo.
Algunos ya no están con nosotros, otros se han retirado y aún algunos nos divierten con sus bromas y personajes que imitan. Tenemos también otros muy buenos ya más jóvenes, uno en especial que me divierte mucho, el amigo Carlos Sánchez.
Pero fue algo que dijo Felipe Polanco (Boruga) el culpable de que cambiara lo que tenía pensado para esta semana. Boruga tiene una cualidad de decir en broma tremendas verdades y decía “tomamos todo a broma hasta las situaciones que realmente afectan al país, nos afecta una epidemia de gripe y de inmediato la bautizamos con un nombre”.
Es así, tomamos las cosas a la ligera y no nos damos cuenta de que el país necesita verdaderos cambios. Tenía mucho tiempo de pasar por la avenida Duarte y la calle París, de las cuales conservo un gran recuerdo, ya que todos los viernes debía ir a una importante tienda de calzados a cobrar, para el sábado poder pagar la nómina de nuestro personal.
El desorden, el caos, la falta de limpieza no tiene nada que envidiar a una concurrida calle del vecino país o de cualquier otro donde reina el peor de los desórdenes. Vehículos en contravía, estacionados de cualquier manera, peatones en las calles, ventorrillos por doquier, en fin, una escena de macondo.
Esto me lleva a pensar que mucho tiene que ver con dos noticias en diferentes medios escritos. Diario Libre refería unas declaraciones del expresidente Joaquín Balaguer en el exilio en 1964, que decía: “Hay un tipo de oligarca que merece mención separada. De todos los que componen la minoría oligárquica de los explotadores del país, el más vil y despreciable es el que se ampara de su investidura oficial para enriquecerse a costa del Estado”.
Yo lo completaría con otra nueva oligarquía “la del chantaje de medios de comunicación y articulistas a sueldo, que han amasado enormes fortunas gracias al miedo que imponen sus mentiras e insultos, que degradan los valores de la sociedad y van creando una clase de comunicadores que en nada se parecen a los que han aportado con sus críticas a que la sociedad mejore en múltiples aspectos.
Nuestro arzobispo metropolitano, monseñor Francisco Ozoria, se quejaba de la corrupción, sus declaraciones fueron rebatidas con rapidez.
El doctor Rafael Alburquerque, exvicepresidente de la República, un político, ser humano y hombre de familia que admiro y que sin dudas es un ejemplo, decía “que no es cierto que la corrupción sea un sistema en nuestro país”.
No cabe dudas, no es un sistema, porque eso sería afirmar una barbaridad que todo el político es corrupto, y estaríamos cayendo en la insensatez de los que afirman que todos los empresarios somos evasores.
Pero no podemos cerrar los ojos ante hechos reales de corrupción, la pérdida de las ideologías, que con tanto ahínco y riesgo de la vida fueran defendidas en el pasado, han sido sustituidas por un populismo que lo corroe todo. Que no ve más allá de un periodo de cuatro años y olvida que el político y líder debe velar por las próximas generaciones.
Y es ahí donde Boruga me hizo cambiar el tema de hoy, tomamos todo a broma, hacemos caricaturas de todo, pero no tomamos en serio las diferencias sociales que se crean cuando esa oligarquía a la que se refería Balaguer se hace cada vez más poderosa.
Para reafirmar mi convicción de que muchos políticos son honestos, recuerdo con gran agradado, hace algunos años un joven político se me acercó a pedirme una colaboración para la campaña. Corría en ese entonces para diputado. Al preguntarle si vendía bonos o hacía alguna rifa para determinar el monto de mi aporte, para mi sorpresa lo que me pidió fueron diccionarios.
Reflexionemos sobre todo esto, no nos dejemos llevar de artículos que quieren presentar a unos como santos y otros como diablos. La pobreza no se combate ni con corrupción, ni con evasión, ni con lavado y mucho menos pretendiendo que la misma no existe.
Tenemos líderes en todos los sectores, políticos, religiosos, comunicadores, sindicalistas, sociedad civil. No podemos seguir exhibiendo un boato inexplicable cuando hay tantas necesidades. Hay un lujo que ofende, que se burla de la pobreza.
Que falta haces Freddy Beras Goico, cuántas verdades sin tapujos, adornadas de malas palabras, que lejos de ser procaces, hacías mucho más claras y ciertas estas distorsiones, que muchas veces las expresabas con el llanto y la ira de la impotencia. No tienes idea de la inseguridad, todos los días tenemos casos que ya no sólo son relatos de la prensa, nos afectan directamente, muchos tienen temor de salir a las calles. Nuestros jóvenes ya no quieren ser empresarios porque después los llaman evasores, prefieren ser miembros de un consejo, regidores o diputados, ya que nadie los critica.
Te sorprenderías, querido Freddy, lo difícil que es mantener obras sociales como las que tú amaste y apoyaste; sin embargo, hay recursos para decorar despachos, para vehículos de lujo, para crear más consejos, para fiestas; en fin, dilapidar el dinero que el Gobierno tanto necesita para salud y viviendas.
Tu voz hace tanta falta para callar algunos que escriben o hablan a cambio de unas cuantas monedas, como las que recibió Judas para vender a Jesús.
Échanos una mano desde el cielo y dile al Señor “carajo” no se olvide de mi país, porque sin dudas, muchas de las cosas que están pasando es por la indiferencia de muchos y la avaricia de otros.