Llegamos lejos con nuestro talento cuando andamos con los hombres, pero para andar con Jesús, el llamado divino nos abre el camino, más la integridad nos mantiene a su lado.
Muchas de las extraordinarias cosas que acontecieron en el ministerio de nuestro Señor sucedieron en los caminos, por ello, caminar con Él es el gran entrenamiento. A su lado llegamos a ser probados y aprobados.
Nada se cocina sin fuego, por tanto, hasta no encontrarnos ardiendo por dentro para alcanzar el propósito Divino, no importa cuánto esfuerzo hagamos, éste permanecerá crudo, mientras nos desgastamos yendo y viniendo.
La pasión de un gran arranque debe perdurar hasta el final pero calzada de fe, esa que es el combustible que se va quemando mientras llegamos a nuestro destino. l