Durante las protestas violentas registradas el viernes y sábado, cientos de hombres, muchos de ellos encapuchados, bloquearon calles, incendiaron decenas de vehículos estacionados en centros comerciales, atacaron hoteles y destruyeron varios supermercados.
Las protestas estallaron cuando Lafontant anunció el 6 de julio incrementos de entre 38% y 51% a las tarifas de los combustibles como parte de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para reducir los subsidios a los hidrocarburos y encausar la precaria economía del país. Aunque el gobierno se retractó de inmediato de aumentar los combustibles, las protestas continuaron y tras los disturbios, hombres y mujeres saquearon lo que quedaba de los supermercados afectados.
Las autoridades no han realizado aún una estimación oficial de los años, ni un recuento de los negocios afectados.
Lafontant aseguró que el martes la situación había vuelto a la normalidad y “es posible desplazarse y viajar sin ningún peligro”.
Luego de la tensión del fin de semana y una huelga de transportistas celebrada el lunes para exigir la renuncia de Lafontant, los haitianos volvían el martes a sus actividades cotidianas, los negocios reabrieron sus puertos y brigadas del gobierno aún retiraban las barricadas colocada por los manifestantes para bloquear calles.
El poderoso Foro Económico del Sector Privado, compuesto por los principales gremios empresariales, consideró la víspera en un comunicado que ante la inacción del gobierno durante las protestas, el presidente Jovenel Moïse debe pedir la renuncia inmediata de Lafontant y los miembros de su gabinete como una forma de abrir una puerta a la crisis política.
Los empresarios exhortaron a elegir mediante una amplia concertación a un nuevo primer y a su equipo de gobierno que pueda adoptar un “presupuesto realista y responsable”.
Lafontant insistió que, pese a no ser productor de petróleo, Haití tiene tarifas de carburantes más bajas que muchos países de la región, incluso inferiores a las de la vecina República Dominicana.