En septiembre de este año, el Ministerio de Agricultura declaró “bajo control” la tuberculosis y la brucelosis vacuna en San Juan y Elías Piña y aseguró que para final de este año las mismas podrían ser declaradas totalmente “erradicadas”.
Se refirió la institución a una zona específica (del Sur del país), en la que desde abril pasado todas las pruebas de diagnóstico y alergia realizadas a más de 35,000 animales resultaron negativas, faltando por superar otras dos pruebas para que esas provincias sean declaradas libres de dichas enfermedades.
Pero desde el Estado se encamina desde hace años un programa que acarrea atrasos significativos, denominado de Trazabilidad Bovina, que inició en 2014, pero con una velocidad tan lenta que hasta 2018, apenas había logrado registrar 500 mil de los 2.5 millones de cabezas de ganado que para entonces tenía el país. “La cifra debió ser mayor a ese momento, pero eventos no esperados –como los de la naturaleza- impidieron que corriera más”. Esa justificación se ofreció desde el ámbito oficial.
Si se mira un rango mayor, partiendo incluso de dos años anteriores al 2018, y se calcula lo logrado en la meta 2016-2020 para identificar y registrar los bovinos, se trayecto recorrido sigue siendo estrecho. De acuerdo con un corte numérico realizado a agosto de este año, al que tuvo acceso elCaribe, se ha avanzado apenas un 16.2% en esa materia. El programa tiene alcance nacional, abarca las ocho regionales conformadas, que son la Este, Central, Sur, Suroeste, Norte, Nordeste, Noroeste y la Norcentral. De todas esas regionales se escogió primero a la Noroeste que es donde había mayor avance en la colocación de un dispositivo que se coloca a cada ejemplar de ganado. El pasado año la Dirección de Ganadería informó que ahí se implementarían, precisamente, los controles de movilización para que haya una real trazabilidad.
Ganadería trabaja con un calendario, dando prioridad al tipo bovino, aunque podrían incluirse otras especies en algún momento, especialmente cuando concluya el actual proceso.
Los detalles
En la región Central apenas se ha trazado el 10.5% de los bovinos, tomando en cuenta que de una meta general de 324,035 animales para cuatro años, apenas se trazaron 33,941, de manera acumulada a agosto de 2019. En la región Este, de una meta general para los años 2016-2020 de 637,645 animales, se tuvo un avance acumulado a agosto de 2019 de 68,136, para un 10.7%. En la región Norcentral hubo un avance del 14.3%, en la Nordeste de 15.9%, en la Noroeste de 36.4%, en la Norte de 28.4%, en la Sur de 10.2% y en la Suroeste de 14.0%.
Con el sistema de trazabilidad o rastreo se busca contar con la mayor cantidad de información sobre la pecuaria, los centros de matanzas y de venta de ganado y sobre las características de cada animal, en el renglón citado. Pero hasta 2018 lo que existía era una trazabilidad de origen, que es la implementación o colocación de aretes a las vacas, toros y becerros. Luego de que se les colocan esos aretes se llevan a un sistema donde se coloca las identificaciones, los establecimientos donde están o viven, los productores y otros componentes. Toda esa data va a un sistema digital.
El sistema de trazabilidad está compuesto por tres fases: la primera de ellas incluye la colocaci´lon de un registro de identificación de productores. Es decir, poner en ese sistema el ganadero, que es el productor e indicar dónde está ese ganadero y el lugar donde tiene los animales.
Cuando se quiere seguir los pasos a cada animal
La segunda fase es la identificación de los animales, que es el número que se le pone a cada uno con su edad, su raza y otros elementos. Luego está el control de movilización, que es por donde empieza la trazabilidad. Hablar de trazabilidad equivale decir seguirle los pasos al animal desde su nacimiento hasta que llega al matadero. En otros países la trazabilidad llega hasta la mesa, eso significa que la persona que está consumiendo la carne sabe con certeza de dónde viene, porque toda la data está en un código de barra.
Los temores cuando se piensa en datos y el fisco
Hay naciones donde en el código de barra que lleva el animal tiene el nombre del productor, los movimientos que tuvo el animal en su vida útil, con cuáles medicamentos lo trataron y otros puntos. En el caso local, encaminar un programa de trazabilidad no es tarea fácil, especialmente porque hay que convencer al productor de que lo que se busca es tener el control de la población animal que existe y de la importancia de que esos animales se mantengan sanos. A veces hay resistencia porque se cree que la data se le pasará al fisco.