El eclipse total duró una hora y 43 minutos, y el espectáculo celeste se prolongó en conjunto casi cuatro horas.
En Río de Janeiro, los espectadores ovacionaron cuando la Luna se asomó entre la neblina. Centenares de personas presenciaron el fenómeno desde un fuerte que da hacia la emblemática playa de Copacabana y el cerro Pan de Azúcar. El planetario local instaló telescopios para aficionados a la astronomía.
“Estos telescopios son fantásticos. Una cosa es ver fotografías de los planetas en un libro y otra ver un astro en la realidad”, dijo Anal Selma Ferreira, abogada de 46 años, que trajo a sus hijos para ver el espectáculo.
En toda África, mucha gente observó cuando la sombra rojiza cubrió la superficie de la Luna. En Somalia, algunas personas asistieron a oraciones especiales en mezquitas. En Sudán del Sur, un país devastado por la guerra, algunos se atrevieron a sacar fotografías, aunque la utilización de cámaras en público es desalentada.
En Adís Abeba, capital de Etiopía, personas en un restaurante al aire libre se admiraron de la imagen clara que observaron a pesar de ser temporada de lluvias y compararon el espectáculo celeste con una transmisión en vivo de la NASA. Las nubes aparecieron después.