El ministro de Exteriores de Corea del Norte, Ri Yong-ho, afirmó este lunes que su país considera las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como “una declaración de guerra”.
Según publicó la agencia actualidad.rt.com, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, no tardó en refutar esta declaración, cuando aseguró que “no hemos declarado la guerra a Corea del Norte” y tachó la cuestión de “absurda”.
Esa vocera oficial tiene razón: EE.UU. no se ha declarado en guerra desde que terminó la Segunda Guerra Mundial y ha realizado todos sus ataques sin declaración previa. Por este motivo, el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, tiene bastantes razones para preocuparse.
No solo se trata de que Trump haya expresado una amenaza expresa —además, durante la 72.ª Asamblea General de la ONU—, sino del historial de acciones norteamericanas contra países que no le gustan.
EE.UU. encabezó la intervención de las fuerzas de las Naciones Unidas durante la Guerra de Corea al aprovechar un boicot de la Unión Soviética a la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU que aprobó esa resolución.
Estados Unidos no declaró la guerra a Corea del Norte y realizó su intervención dentro de esa coalición, en la que había más países occidentales.
La CIA y la inteligencia británica orquestaron el derrocamiento de Mohamed Mossadegh, el primer ministro democráticamente elegido de Irán, en el marco de la Operación Ajax, un hecho que admitió la agencia estadounidense en 2013.
Ese golpe de Estado estuvo motivado por el petróleo: Mossadegh nacionalizó la compañía Anglo-Iranian Oil, ahora conocida como BP, después de que Reino Unido se negara a renegociar un acuerdo bilateral al respecto.
El siguiente gobernante de Irán, el sah Mohamed Reza Pahlaví, se convirtió en el aliado de EE.UU. más importante de Oriente Medio.
Para llevar a cabo ese plan, Washington no declaró ninguna guerra, sino que se aprovechó de las divisiones internas en el país. Ver más detalles de este y otros ataques…