“Los salarios reales estancados explican la baja elasticidad de la pobreza en relación al crecimiento en República Dominicana”, asegura el Banco Mundial en un documento en el que además cita que los hogares pobres tienen menos acceso a servicios públicos confiables.
El organismo indica que los factores de oferta que han disuadido el crecimiento del salario real en el pasado incluyen una expansión de la participación en la fuerza laboral (aunque con grandes brechas salariales basadas en el género, a pesar de un aumento en la participación laboral femenina) y la inmigración de trabajadores poco calificados.
“Los factores de demanda incluyen salarios mínimos bajos, poder de monopsonio en algunos sectores económicos y crecimiento tecnológico sesgado por factores”, dice el BM en el documento “Marco de alianza país con la República Dominicana 2022-2026”.
Agrega que “de acuerdo con la Revisión del Gasto Público de la República Dominicana, el 65 por ciento de los hogares urbanos y el 52 por ciento de los hogares rurales reportan suministro de agua intermitente”.
Como resultado, según explica el Banco Mundial, el 86 por ciento de los hogares urbanos y el 76 por ciento de los hogares rurales dependen de mecanismos de supervivencia, como tanques de almacenamiento, bombas y cisternas para garantizar una disponibilidad confiable de agua para el consumo diario.
En cuanto a los indicadores de salud que reflejan el acceso a servicios básicos, el porcentaje de niños en el 20 % superior de los hogares que no presentan retraso en el crecimiento es de 9%, mientras que en el 20 % más pobre es del 89 %, una brecha de 7 puntos porcentuales.
“Y a pesar de que la mortalidad infantil disminuyó (25 muertes de niños menores de cinco años en 2020 por cada 1,000 nacimientos, frente a las 41 de la década anterior), sigue siendo tres veces más alta para el quintil más pobre, en comparación con el quintil más rico (42 frente a 17 muertes por cada 1,000 nacimientos)”, sostiene el organismo de financiación.
Desde el punto de vista de lo planteado, las primeras brechas de habilidades se amplifican y se convierten en brechas de habilidades de la fuerza laboral, afectando de manera desproporcionada a los pobres.
Según el Índice de Capital Humano 2021, la productividad como futuro trabajador de un niño nacido hoy dentro del 20 % más rico de los hogares es de 66 %, mientras que para un niño nacido en el 20 % más pobre es del 53 %, una brecha de 13 puntos porcentuales.
Los estudiantes del 20 por ciento más rico de los hogares obtienen una puntuación de 398, mientras que los del 20 por ciento más pobre obtienen una puntuación de 322, una brecha de 75 puntos en una escala que va de 300 (rendimiento mínimo) a 625 (rendimiento alto). Esta brecha es mayor que la brecha típica en 50 países (55 puntos).
Desequilibrio espacial y las brechas escondidas
De acuerdo con lo planteado por el BM, la reducción de la pobreza se ha desequilibrado espacialmente. “La reducción promedio de la pobreza esconde importantes brechas especiales: tres de cada cuatro personas que salieron de la pobreza durante el periodo 2017-19 vivían en áreas urbanas, donde las tasas de pobreza eran más bajas que en las áreas rurales”, indica.
Explica que también hay grandes desequilibrios de pobreza entre las características de los hogares (por ejemplo, los hogares liderados por mujeres tienen niveles más altos de pobreza) y regiones.
Según la Evaluación de la Pobreza en curso, en las dos provincias cercanas a Haití es dos veces mayor en relación con el área metropolitana de Santo Domingo (donde se concentra la actividad económica) y los centros turísticos (Cibao Nordeste y Yuma).
“Si bien la brecha entre las regiones más pobres (Enriquillo) y más ricas (Ozama) se redujo de 22 a 18 puntos porcentuales durante el periodo comprendido entre 2019 y 20, se deben abordar los factores estructurales para que esto se sostenga”, aconseja el Banco Mundial.