Se trata de una apuesta estratégica que redefine la agricultura dominicana y le abre puertas a mercados internacionales; en marzo-abril saldrán contenedores
República Dominicana comienza una importante transformación, pasando a producir lo que antes importaba. Está a la puerta de convertirse en exportador de uvas de mesa y eso le abrirá una amplia ventana a escala internacional.
Ese logro será el fruto de un ambicioso proyecto que ha introducido por primera vez las variedades Allison y Timpson en tierras dominicanas, seleccionando zonas estratégicas como Guayubín, en el noroeste y otras en la parte sur. Con un enfoque innovador y apoyado por capital privado, técnicos internacionales y políticas públicas visionarias, se avanza hacia el inicio de una nueva era para la agricultura nacional. Un dato positivo.
El proyecto de Guayubín, liderado por el agricultor Arismendy Almonte, con el respaldo del Ministerio de Agricultura, es un ejemplo de transformación productiva. En una finca cuidadosamente seleccionada y con la asistencia de expertos, entre ellos chilenos, se espera que la cosecha inicial esté lista para exportación en la primavera de 2025. Este cambio no solo posicionará a República Dominicana en el mercado global de uvas de mesa, sino que diversificará su matriz agrícola y abrirá oportunidades económicas.
El ministro de Agricultura, Limber Cruz, le dijo a elCaribe que no solamente es la primera vez que se siembran la Allison y Timpson, sino que en Guayubín, por ejemplo, jamás se había pensado incursionar en uva, y se hizo. “Fue una idea que nos trajeron a nosotros en el segundo año del primer mandato del presidente Luis Abinader”, rememora.
“Estuvo una compañía aquí, quizás la más grande comercializadora de uvas de mesa en el mundo; una compañía española ya de tercera generación, porque la primera vez que vino aquí tenía 92 años, si mal no recuerdo. Nos presentaron una idea; se la llevamos al Presidente y le gustó. Comenzamos una exploración sobre dónde podríamos sembrar estas variedades, para que puedan ser adaptables y además pudiéramos tener grandes producciones y productividad”, agrega.
Las uvas a las que se refiere son de mesa, no son industriales, sino para consumo directo. Y precisamente, uno de los pioneros -quizás el principal- fue Arismendy Almonte. Tuvo el valor que se requiere para colocar dinero en un cultivo nuevo para él. Visitó Perú y luego empezaron las pruebas a nivel local. “La verdad es que el desarrollo que estamos viendo aquí es sin precedentes; se vislumbra para el futuro algo extraordinario”, dice el ministro Cruz, con la certeza de un hombre que conoce bastante sobre producción de alimentos.
Se calcula que la última semana de marzo o la primera de abril de este 2025, desde un puerto dominicano estén saliendo los primeros contenedores cargados con uvas de “factura nacional”.
Se espera que esto constituya un hito, en una nación que es importadora de grandes volúmenes del rubro, porque aquí la pequeña cantidad que se produce es para industria; en Neiba específicamente, en el sur de la nación.
En el proyecto de Guayubín, las labores en la finca no se detienen; hay hombres y mujeres atendiendo cada detalle, para procurar que las uvas crezcan con la sanidad y la fortaleza esperada y especialistas -entre ellos chilenos- que cuentan con el “know-how” (experiencia práctica) para este tipo de producción.
Todo indica que los capitales han sido colocados sobre tierra firme y que habrá buenos dividendos, una vez el fruto esté listo para ser consumido por millones de estómagos a nivel internacional.
El futuro que se avizora es prometedor, coinciden Limber Cruz, el señor Almonte y el viceministro de Agricultura Rafael Ortiz. Ante la mirada internacional, que República Dominicana sea un jugador en el ámbito exportador de uva, la colocará en el sitial que están otros con tradición comercial en ese ámbito.
“Bueno, cambiar de ser un país importador a exportador y prometedor, como estamos viendo aquí, tendrá una importancia de primer orden. Recuerden que, además de los países que antes eran tradicionales en la producción y exportación de uva, han entrado otros emergentes”, explicó el ministro.
“Por ejemplo Perú hace unos años no estaba en la competencia, sin embargo se convirtió en el primer exportador de uva del mundo, pasando por Chile, España y otros países que tradicionalmente lo hacían”, dijo.
La nación dominicana no pretende ser la primera en el mundo -por ahora-, pero sí aspira y está trabajando para ser un jugador importante como exportador de uva. En el caso de la finca de Guayubín, está gerenciada por un hombre que es exitoso en varios rubros, como ganadería y banano. De hecho, de este último, actualmente hay una saludable cosecha que es “vecina de las uvas”.
¿Habrá algunos incentivos, no necesariamente económicos para que, tomando esto como punto de partida, se pueda replicar este tipo de producción en otros puntos del país?, le pregunta elCaribe a Limber. “Sí, obviamente; de hecho, tenemos como diez u once puntos elegidos. Empezamos con cinco primero y lo más importante es colocar este tipo de innovaciones; en este gobierno hemos buscado diversificar los productos y sobre todo que sean exportables. No solamente estamos entrando con la uva, vienen otros frutales como el arándano, que tienen una demanda extraordinaria en los mercados internacionales”, indica.
Y agrega: “Vamos a ir creciendo con más variedades, ahora vamos a recibir 20 variedades de frutales diferentes. Las vamos a ir introduciendo donde se adecúen, porque eso es muy importante. No es sembrar por sembrar. Fíjate que estamos ahora en Guayubín, pero también hemos seleccionado otros lugares como Azua, San Juan de la Maguana y Baní. Tenemos una distribución en el territorio nacional donde ya los técnicos han determinado que es factible la siembra de estos productos”.
¿Hubo que importar técnicos, gente que ponga esto de las uvas a caminar en buena línea?, se le pregunta. Una parte de su respuesta fue esta: “Bueno, eso es lo más importante, porque tú estás consiguiendo y logrando lo que a otros países les ha tomado tiempo, sacrificio e investigación. Estamos adaptando y adecuando a nuestro territorio. Ustedes ven los racimos de uva saliendo; podemos garantizar que será exitoso; es una preciosidad, una plantación preciosa, bien dirigida, con un tratamiento especial y respetando todo el protocolo de la buena producción”. La finca de Almonte, una de varias que tienen plantaciones de uva, posee un perímetro de 1,200 tareas y plantadas del proyecto hay 12 hectáreas (cada hectárea es el equivalente a 16 tareas).
El objetivo, viendo lo factible que será el proyecto, es sembrar la totalidad.
El tipo Timpson es verde sin semillas, goza de buena demanda en mercados como EE.UU. La Allison es roja, sin semilla y la demanda mundial es bastante amplia también. “Debo resaltar que el ministro Limber y el viceministro Faelo (Rafael Ortiz) me motivaron, me prendieron los motores. Yo estaba casi poniendo la reversa, pero cuando hablé con ellos me destacaron las características del negocio”, indica Almonte. El productor eligió las dos variedades porque se hicieron experimentos en el país y ellas dos fueron las que pasaron con mejor nota. Ha ido a lo seguro y ha evitado la improvisación.
El técnico chileno que tiene Almonte para que sirva de sombrilla al desarrollo de la cosecha está prácticamente las 24 horas de cada día echando el ojo a lo que ocurre por allí. En adición, hay un grupo importante que ha asesorado desde que la siembra se colocó en tierra firme.
A esos técnicos Almonte constantemente les pregunta sobre aspectos que manejan al dedillo, pero que posiblemente él no tanto, porque se está estrenando en este tipo de producción de frutas.
“¿Cuál es tu proyección; qué cantidad tú crees que vamos a producir?”, le preguntó a uno de ellos. De acuerdo con los números que maneja ese profesional del tema, se obtendrían alrededor de 1,000 cajas por hectárea (es decir, mil cajas por cada 16 tareas).
Pero luego de eso, se observó un cambio más positivo en las plantaciones, lo que llevó a la conclusión aritmética de que podrían alcanzarse las 2,000 cajas por hectárea, o sea, el doble o quizás más de lo que se estimó inicialmente.
Cuando la plantación entre del segundo al tercer año (de los diez años que comercialmente es rentable mantenerla, o sea, a razón de una cosecha por año) se prevé que se logren 3,000 cajas por hectárea, sobrepasando el umbral.
La uva que se cultiva en suelo dominicano puede ir a cualquier país del mundo, pero concretamente los mercados para la que tiene sembrada Almonte,son el estadounidense y el europeo. “Aquí de lo primero que debemos hablar es de los 60 millones de dólares que se importa en uva; una importación que nosotros iremos reduciendo”, asegura el productor. Aborda el tema con bastante propiedad. Está seguro de la trayectoria que lleva.
El costo de producción inicial de una hectárea de uva, calcula Almonte, supera los US$40 mil (más o menos RD$2.4 millones, a la tasa actual). Significa que es más alto que cuando se produce otro rubro, como los tradicionales. Ese costo inicial incluye la infraestructura colocada, por tanto, luego del segundo año es menor.
Una infraestructura en las condiciones que la instaló Arismendy Almonte podría durar 30 años o más, e incluso usarse para otros cultivos, si así se deseara. En República Dominicana hay zonas donde llueve poco o casi nada. Montecristi es una de ellas. Eso no es un impedimento para cultivar uva. “El objetivo principal es que se desarrolle un rubro nuevo; que si tenemos banano de exportación, que entremos en la producción de uvas y que con el tiempo eso pueda sobrepasar el banano de exportación”, sostiene Arismendy.
Los 5 territorios en los que se ha colocado uvas de mesa en el país son Azua, Baní, San Juan, Guayubín, Neiba y Jimaní.
Ciclo productivo, vida útil
El trópico tiene enormes ventajas para producir, tantas, que lo logrado en Europa en tres años, en República Dominicana se ha conseguido en un año y algo, de acuerdo con lo externado por el viceministro Ortiz. “El clima dominicano y el de Europa son distintos. Estas variedades primero exigen que sean terrenos así de secos, como el de Guayubín, pero que tengan a la vez características especiales”, agrega el ministro Limber Cruz. Y comenta: “Fíjate que, si bien aquí en el país no hace frío, en la época de invierno, en el caso de las musáceas, se restringen hasta un treinta por ciento en esas épocas. Imagínate cuando Europa se congela, lo que ocurre con la producción de uvas. Aquí tenemos la ventaja del clima para producir. Es por eso que en uva hemos logrado en un año lo que allá se lograría en tres. No hay dudas”.
Blindaje contra plagas
Para evitar sorpresas y el riesgo de que alguna enfermedad pueda afectar las plantas, se cuenta con un técnico experimentado –el chileno Ernesto Palominos- que se sabe desde la cola hasta la cabeza lo referente al cultivo. “Él sabe qué debe hacerse en cada momento. Aquí diariamente se tiene actividades de protección de las plantas”, dice Arismendy Almonte al equipo del periódico elCaribe y CDN37 que recorrió las plantaciones.
Ese equipo lo conformaron los reporteros gráficos Johnny Rotestán y Junior Féliz, el conductor Rafael Arias y el autor de este escrito (Martín Polanco).
A cada uno de ellos el señor Almonte les explicó que una planta de uva tiene diez años de vida productiva (hasta ahí es que renta bien, comercialmente hablando). Es decir, son diez cosechas, si se quiere sacar buenos dividendos (una por año). No significa eso que a partir de ahí la planta muera. En el caso de España, hay lugares donde las plantas las dejan por más tiempo, entre 40 y 80 años.
La uva que se produce en todos lados es convencional, no hay orgánica. “Que yo sepa, no existe uva orgánica en ninguna parte del mundo”, explica Palominos.
El rendimiento de la uva depende en gran manera de la variedad, pero en el caso dominicano, se espera que por cada 16 tareas sembradas se obtengan entre 3,500 y 4,000 cajas (entre 35 mil y 40 mil kilos). El proceso de cultivo es manual, apenas la fumigación es mecanizada; el riego es tecnificado. El resto es manual. “No se ha inventado ninguna maquinaria. Si la hubiesen inventado el trabajo sería más fácil”, dice Palominos. La uva que se está sembrando aquí es para exportación.
“Estamos seguros que las uvas que hay en las tierras dominicanas van a mejorar, con relación a las cosechadas en otros países, en aspectos como el sabor y otros”, asegura Rafael Ortiz.
Más cerca de Estados Unidos que otros
Si bien la vocación es exportación, República Dominicana podrá disfrutar del consumo de uvas cultivadas en sus suelos. Algo parecido a lo que ocurre con el banano y el cacao, que siendo dos rubros bien posicionados en los mercados externos, grandes volúmenes se quedan aquí. El trabajo de cultivo de uvas se está haciendo en coordinación con la empresa productora de variedades más grande del mundo de esa fruta. Las de aquí son variedades de última generación. Es lo último en el mercado varietal. “Y en términos geográficos, que República Dominicana esté tan cerca (a tres días en barco) del principal puerto de entrada de productos a EE.UU (el de Filadelfia), es una ventaja frente a otros competidores, que están a 18 y 21 días, dependiendo del puerto que salgan. Todo eso está a favor nuestro. Lo que tenemos a favor con este y otros productos de exportación es grandioso. Nadie debe mirar para los lados ni para atrás porque tenga miedo; aquí simplemente hay que hacer la tarea como la está haciendo está gente, estos productores, con el nivel de entrega y precisión, que es lo importante. No es una agricultura de gente que está en una fiesta, ni de fin de semana, esto es 24-7”, dijo Rafael Ortiz.