Al hablar de exportaciones, es necesario llevar la conversación a su dimensión más elevada y, verlas, así, como fuente importante de desarrollo. La generación de empleo y de divisas son importantes contribuciones de la actividad exportadora. Los países más exportadores son, por causalidad más que por casualidad, países que exhiben un desarrollo económico importante. En ese grupo se encuentran: China, Estados Unidos, Alemania, Corea del Sur, Francia, entre otros.
Siendo las exportaciones de zonas francas el 60.77% del total, es oportuno destacar que una exportación de este régimen no tiene la alta incidencia económico-social que tiene una exportación nacional. Es un régimen que no contribuye al sistema fiscal; importa gran parte de sus materias primas; y en muchos de los casos (el 98%), son empresas subsidiarias de multinacionales o empresas de capital extranjero que hacen uso del régimen para fabricar o añadir valor al bien y reintegrarlo a su cadena de valor, por esta razón los valores de los productos exportados, la economía no percibe estas divisas. Es propio destacar la excepción a esta regla, que son las 138 empresas del régimen dedicadas a actividades de agroindustria, tabaco y derivados.
Las exportaciones mineras y metalúrgicas contribuyen aproximadamente al 53% de las exportaciones del régimen nacional, significando esto que solo el 47% lo componen exportaciones netamente naturales de la economía dominicana, es decir, resultantes de la economía de mercado. Aquel 53% que se menciona son en una gran parte exportaciones de materia prima para la posterior fabricación de equipos, maquinarias, joyería y demás artículos de lujo que, por lo general, se fabrican en los mercados de destino de estos productos.
El 79% de las exportaciones nacionales en el 2018 son consideradas materia prima. Allí se incluye el sector agrícola, receptor de gran atención los últimos años. El Banco Mundial estima que solo el 7% de las exportaciones manufactureras del país poseen alto contenido tecnológico. No se trata de satanizar las exportaciones de materia prima, sino de establecer que el desarrollo económico sostenible lo dan las exportaciones con valor añadido.
¿Qué hacen otros países?
Es imposible justificar con una sola medida que las exportaciones sean verdaderamente un motor de desarrollo económico y social. Son un conjunto de factores y acciones los que coinciden en un país y su sociedad, y que genera este resultado. Sí podemos asegurar que hay una relación importante de causalidad entre lo académico, la investigación y la innovación, con los negocios internacionales y lograr que las exportaciones resulten de productos con mayor valor agregado y por tanto de mayor peso económico.
No es casualidad que países como los Estados Unidos, Alemania y Francia inviertan cada vez más en investigación. Tal lo indica el pasado asesor de la Casa Blanca, Alec Ross, en su libro Las Industrias Del Futuro, cito “hay 3 cosas necesarias para crear avances importantes en la vida de la ciencia: grandes científicos; mucho capital para la investigación académica; y un mercado de capital de riesgo, para convertir la investigación académica en productos comerciales”.
Es preciso señalar que el propósito de este análisis no es concluir con la idea de llevar la República Dominicana a los indicadores que exhiben las potencias analizadas. Más bien dejar clara la relación existente entre estos elementos y plantear la instauración de políticas que impulsen la I+D, focalizada en innovación y atendiendo a las tendencias del comercio internacional.
Los años 2018-2019 han sido declarados años priorizados para los elementos que abordamos. Tendría todo el sentido, sin embargo, decretar un año para dedicarlo a un tema específico no calará en lo más profundo de una economía, si no se establecen las políticas públicas que garanticen al mediano y largo plazo la creación de capacidad innovadora real.
Una limitante del exportador dominicano es la competitividad en la definición más tradicional relacionada a los costos de fabricación y costos asociados. Por tanto, es importante señalar que la innovación no tiene que resultar única y exclusivamente en productos exportables sino también en el servicio y en la fabricación de insumos y servicios que forman parte de una cadena de valor internacional.
Para que este fenómeno de innovación ocurra, es imperativo impulsar la investigación a través de programas donde los investigadores estén totalmente dedicados, como empleados fijos, al servicio de la economía. El punto de partida de las investigaciones, deberán ser las limitaciones competitivas de las empresas y las tendencias del mercado.
El sector privado tiene un papel fundamental para que esto funcione, primero, por las universidades y segundo por las informaciones fieles que requerirán los investigadores e innovadores en un proyecto de este tipo.
Para que este fenómeno de innovación ocurra, es imperativo impulsar la investigación a través de programas donde los investigadores estén totalmente dedicados, como empleados fijos, al servicio de la economía. El punto de partida de las investigaciones, deberán ser las limitaciones competitivas de las empresas y las tendencias del mercado”.