Es la creadaora de W&M Artesanías, la idea que pasó a convertirse en un novedoso emprendimiento en Nagua

La lila es una planta que cuando se propaga pasa a convertirse en un serio problema para ríos y canales, a los que puede llegar a arropar.

Para Wildiska Santos esa planta representa una oportunidad de negocios y la materia prima para la confección de artesanías. Piezas que pueden ir desde una simple pulsera o arete, hasta una cartera o un vestido de damas.

Wildiska es propietaria de W&M Artesanías, ubicada en Matancitas, Nagua, y una trabajadora incansable. La lila que usa para sus producciones la obtiene de ríos y canales de riego de una zona donde abundan las parcelas y cultivos, entre ellos de arroz.

Aquí inicia el primer proceso de los que tiene el negocio.


El proyecto surgió en 2016, tras recibir un curso con una especialista cubana. Aprendió las técnicas básicas de tejidos con lilas. Y le ha valido para siempre.

Concluido el adiestramiento, siguió adquiriendo y perfeccionando nuevas técnicas que luego ponía en práctica, inyectándoles valor.

Afortunadamente, tiempo después le informaron sobre el Desfile Dominicana Moda, en octubre de 2016, un evento para el que comenzó a hacer piezas junto al diseñador Sócrates McKinney.

Representó una “prueba de fuego” para la joven nagüera, porque para entonces carecía de experiencia, frente a un evento de ese nivel. Pero no se acobardó.

“Asumí el reto y sacamos junto con Sócrates esa colección con la fibra vegetal de las lilas. Las piezas diseñadas para entonces fueron sandalias, carteras, sombreros y otros”, rememora, en una conversación con el periódico elCaribe.

El diálogo se da a primeras horas de la mañana, justamente en momentos que Sofía Mariel, la hija de Wildiska, se ha puesto “creativa”. La niña tiene tres años y ya ayuda a su madre a organizar piezas de vez en cuando.

Cada parte de una artesanía es hecha con sumo cuidado.



En 2017, la diseñadora participó en el Concurso Nacional de Artesanía, en lo que aún no tenía experiencia. Ahí había artesanos de renombre, según cuenta.
Para esa actividad decidió crear dos piezas y enviarlas al concurso.

Obtuvo el quinto lugar, que para ella significó lo mismo que el primero. Competir con personas de trayectoria la colocó en un sitial importancia. Ha sido reconocida como “Mujer de Progreso”

Lo que hace Wildiska, previo a la confección de las artesanías, es más o menos este: Extrae las lilas de canales o ríos, quita las raíces, las lleva a un lugar donde se les trata (se lavan y se ponen a secar) y se van amarrando por paquetes de 25 para tener un control de la cantidad de lilas extraídas. El tiempo de secado es una semana, dependiendo como “marche” el sol (si está bien intenso o no).

“Si tenemos sol constante, tendremos lilas para trabajar posiblemente en cinco días o una semana, pero si el sol es interrumpido por la lluvia, el proceso de secado va a durar más y el tono del color de las lilas también varía”, explica.

Como la materia prima del negocio de Wildiska está disponible en ríos y canales, podría pensarse que todo es ganancia, porque no tiene que comprarla. Pero no. Hay un costo por el pago a la persona que extrae esas malezas de las aguas y lodo, y se paga para transportar la lila.

El proceso de secado y cuidado que debe tenerse, implica también un costo.


La lila se valora después de seca Por cada tallo, el valor es entre un peso con cincuenta y dos pesos. Es como Wildiska cuantifica, para luego del producto final segregar “costo y beneficio”.

Wildiska tiene varios colaboradores, algo así como “trabajadores por ajuste” (no fijos) que se incorporan a la actividad artesanal en función de la producción que haya en un momento equis.

A la pequeña empresaria no le resulta difícil conseguir ese tipo de especialistas, porque en su comunidad hay otras personas que se capacitaron para el oficio. Son aquellos que han recibido formación y siguen beneficiándose de las acciones formativas y asesorías técnicas del programa estatal Supérate.

Lo de Wildiska ha sido un batallar para ir creciendo. Su negocio inició prácticamente con cero pesos, pero con una suficiente cantidad de energía y optimismo. Ambos suficientes para colocarla en el nivel que tiene hoy y que seguramente le llevarán más lejos. “Mi aspiración es poder exportar todo esto que elaboro”, le dice a elCaribe.

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