Para el país es de vital importancia consolidar una estrategia nacional para la captación y reinversión de capitales foráneos
La economía dominicana ha mostrado un dinamismo notable en diversos sectores, consolidando su atractivo para la inversión extranjera y el crecimiento productivo local.
A partir de las cifras divulgadas en la Rendición de Cuentas del presidente Luis Abinader, y las reacciones de diversos actores económicos, es posible trazar un panorama de las fortalezas y desafíos que enfrenta el país en el corto y mediano plazo.
Uno de los aspectos más destacados es la inversión extranjera directa (IED), que alcanzó un récord histórico de 4,512 millones de dólares en 2024. La Asociación Dominicana de Empresas de Inversión Extranjera (Asiex) ha citado la importancia de consolidar una estrategia nacional para la captación y reinversión de capitales foráneos, con miras a duplicar la IED hacia 2028.
Se trata de un enfoque que busca fortalecer la planificación a corto, mediano y largo plazo, garantizando estabilidad y confianza para los inversionistas. No obstante, aunque el país ha mantenido niveles de inversión superiores a los 4,000 millones de dólares anuales en los últimos tres años, la sostenibilidad de este crecimiento dependerá de la capacidad de las autoridades para mantener condiciones óptimas en términos de seguridad jurídica, infraestructura y eficiencia administrativa.
El sector de zonas francas sigue consolidándose como pilar del empleo y las exportaciones. Con un récord de 198,450 empleos hasta noviembre de 2024, de los cuales el 53% son ocupados por mujeres, el sector se mantiene como una fuente clave de dinamismo en la estructura productiva. Además, las zonas francas representan el 67% de las exportaciones nacionales, supera los 8,600 millones de dólares en 2024. La expansión de este modelo a nuevas regiones, como San Juan de la Maguana, plantea oportunidades para descentralizar el desarrollo y diversificar los beneficios económicos, aunque también conlleva el reto de garantizar condiciones de competitividad en mercados emergentes.
En el ámbito industrial, el Gobierno ha apostado por posicionar al país en la cadena global de valor de semiconductores y el modelo de nearshoring, que es una estrategia de relocalización de empresas en la que se trasladan operaciones o procesos productivos a países cercanos al mercado de destino, en lugar de ubicarlos en regiones más lejanas (offshoring).
La estrategia anunciada busca atraer inversiones en tecnología avanzada y microelectrónica, con el objetivo de generar empleos de alta calificación. Si bien esta iniciativa tiene potencial para diversificar la matriz productiva nacional, su éxito dependerá de la capacidad del país para desarrollar talento humano especializado y mejorar la infraestructura tecnológica.
El comercio exterior ha tenido un desempeño significativo, con logros como la reactivación de las exportaciones de carne de res a los Estados Unidos, que tras 25 años de interrupción han generado más de 25 millones de dólares en ventas.
Asimismo, el sector tabacalero ha consolidado su papel como uno de los principales rubros de exportación, superando los 1,200 millones de dólares anuales. La diversificación productiva en el agro, con el crecimiento en cultivos como aguacates y frutas tropicales, refuerza la competitividad del país en los mercados internacionales. Sin embargo, la meta de alcanzar los 17,000 millones de dólares en exportaciones en los próximos cuatro años requerirá no solo expansión productiva, sino también mejoras logísticas y acceso a nuevos mercados.
El turismo continúa como uno de los principales motores económicos, con iniciativas estratégicas como la Ley 57-23 de incentivos a la aviación local y la firma del Acuerdo de Cielos Abiertos, que ha fortalecido la conectividad aérea. En 2024, el 14% de los vuelos que ingresaron al país fueron operados por aerolíneas locales, marcando un avance en la competitividad del sector. Además, el desarrollo de nuevos proyectos hoteleros, con 50 iniciativas aprobadas que sumarán 2,800 habitaciones, evidencia el dinamismo del sector. La promoción de destinos emergentes como Miches, Samaná, la Costa del Ámbar y Santiago refleja una diversificación de la oferta turística que podría generar un impacto positivo en el crecimiento regional.
Santiago, en particular, ha experimentado una transformación económica notable, pasando de tener solo dos hoteles en tres décadas hasta 2020, a inaugurar tres nuevos hoteles en los últimos cuatro años, con otro en construcción.
Punta Bergantín, dentro de Costa del Ámbar, se perfila como nuevo polo de desarrollo con la entrada de cadenas hoteleras como Hyatt, Meliá y Westin, además de un parque temático acuático anunciado por ITM. Este relanzamiento de Puerto Plata busca fortalecer su competitividad ante otros destinos caribeños.
El sector agropecuario ha jugado un papel fundamental en la seguridad alimentaria. Con un crecimiento del 15% en la producción total, alcanzando los 370 millones de quintales anuales, el sector ha mostrado un dinamismo constante. La producción de arroz se ha mantenido por encima de los 14 millones de quintales anuales en los últimos cuatro años, mientras que la producción de plátanos ha crecido de 8 a 11 millones de unidades diarias. El crecimiento de la producción en invernaderos, al pasar de 12 a 22 millones de libras mensuales, demuestra un avance en la tecnificación del sector.
El decreto 693-24 garantiza la protección de la producción nacional de arroz, asegurando su disponibilidad para los consumidores y estabilidad para los productores. Asimismo, la producción avícola ha registrado un crecimiento significativo, con un aumento en la producción de pollos de 16 a 21.5 millones de unidades mensuales y un alza en la producción de huevos de 240 a 340 millones de unidades mensuales, con más de 50 millones exportados cada mes.
Este dinamismo ha sido respaldado por el Banco Agrícola, que ha otorgado más de 27,000 millones de pesos en financiamiento, lo que consolida el apoyo estatal al sector.
Hay que mantener un equilibrio económico
El reto para los próximos años radica en mantener el equilibrio entre crecimiento económico, diversificación productiva y estabilidad macroeconómica. La estrategia de inversión extranjera, el impulso de nuevas industrias como los semiconductores, la expansión de zonas francas y la diversificación del turismo son señales positivas, pero requieren planificación y seguimiento para evitar riesgos de sobreexposición a sectores específicos.
La infraestructura, la capacitación del capital humano y la sostenibilidad de los incentivos fiscales serán aspectos clave para garantizar que el crecimiento observado en 2024 se convierta en un modelo perdurable y equitativo de desarrollo económico.