Siendo las 10:40 de la mañana, a mitad de semana, el joven Yeudi salía de la Compraventa La Muñeca en Villa Mella, luego de dejar un par de tenis de una reconocida marca, que le sirvieron como garantía para el crédito inmediato de 2 mil pesos en efectivo que obtuvo en el local.
“Si uno está arranca’o y tiene algo para empeñarlo, hay que empeñarlo para hacer rejuego“, es la respuesta del joven motorista cuando elCaribe le pregunta sobre los motivos por los que decidió empeñar el artículo.
Minutos más tarde, otro cliente, el señor Enmanuel Arredondo, abandonaba el negocio tras depositar la primera cuota del financiamiento que recibió quince días atrás. Pagaba puntualmente lo acordado para ir disminuyendo el riesgo de perder el anillo de oro del cual se despojó para avalar el préstamo.
“Necesito en cierto momento un dinerito y para no estar embromando con prestamista opto por hacer algo que sea de mi persona y no tengo que pedirle a nadie“, dice el comerciante.
Como Yeudi y Enmanuel, son muchas las personas que a diario acuden a las también conocidas casas de empeño, en busca de una alternativa para solventar de forma rápida y fácil alguna necesidad.
Las joyas de oro y tenis son los bienes que más se empeñan. Sin embargo, al entrar a estos locales, también son típicos los artículos del hogar y para comercios, como estufas, licuadoras, planchas, tanques de gas, abanicos, camas, equipos de música, secadores de pelo y más, que por igual son recibidos en el negocio.
Cuando el interesado en empeñar cualquiera de estos u otros artefactos le llega al establecimiento a solicitar un crédito, el encargado de la compraventa evalúa la condición actual, el valor de tasación y la capacidad de venderlo.
Además, tienen en cuenta el estado general del objeto (si está dañado, si existen ralladuras, si funciona correctamente y si tiene todos sus componentes) y la demanda del producto.
De estar todo adecuado, otorga en efectivo un porcentaje de su valor, en calidad de lo que se conoce como préstamo prendario.
“Quienes más vienen son los hombres, porque les gusta darse su traguito y cuando no tienen dinero lo buscan aquí“, afirma Wilson De Jesús, dueño de la Compraventa La Muñeca, que tiene 19 años operando en el mercado.
Detrás de los barrotes de hierro que resguardan la seguridad de las prendas de mayor valor, De Jesús explica que al entregar el dinero, se establece un plazo de entre tres y seis meses para que sea devuelto, con un interés adicional que oscila entre el 10 y 15% dependiendo el artículo y el tiempo acordado. De no cumplir con el pago, el artículo se queda en la casa de empeño y es puesto en venta.
“Lo único que no aceptamos son celulares y armas de fuego, por el tema de los robos“, aclara De Jesús al señalar que esta en una disposición del gremio de compraventeros de Villa Mella.
Para empeñar las prendas, se necesita solo presentar el documento de identidad, aunque no siempre. En el caso de los electrodomésticos es necesario dejarlos con los papeles que avalen a la persona como propietario.
Economía y usura
Las facilidades de menor exigencia y mayor agilidad para obtener un crédito ofrecido por las compraventas han hecho que por años operen como un respaldo a la economía de aquellos cuyos ingresos no son suficientes para cubrir sus gastos, en especial en los sectores más populares.
De esto incluso está convencido, Héctor Pérez, dueño de HR Compraventa, quien con este criterio inició hace más de un año en esta modalidad comercial.
“Imagínese que alguien tiene que comprar una pastilla y está atacado porque no tiene dinero, si tiene algo para empreñar resuelve“, enfatiza Pérez.
En este sentido, el economista Jaime Aristy Escuder, consultado por elCaribe, reconoce que esta valoración de las tradicionales casas de empeño es adecuada ya que cuando se tiene restricción de acceso a liquidez son una fuente para obtenerla muy rápidamente. No obstante, considera que el precio a pagar por el préstamo o interés que se fija en estos establecimientos tiende a ser excesivo.
“El costo es elevadísimo porque el nivel de riesgo es muy alto. La tasa de interés es una tasa de usura que podría superar el cien por ciento casi al año. Y, obviamente, hay una gran probabilidad de perder el bien, que es donde está el negocio porque luego de esa forma se tienen una ganancia capital vendiendo el producto“, detalla el experto.
Precisa que aunque en los barrios es donde más se utiliza el empeño de artículos, esta práctica ya se puede encontrar en todos los niveles de la sociedad, sobre todo cuando la persona no puede tener acceso a liquidez en el sistema financiero formal.
Regulación obsoleta
Cabe destacar que pese a la existencia de la Ley 387 del año 1932, que rige el ejercicio y operaciones de las compraventas o casas de empeño, esta es desconocida entre los dueños de este tipo de establecimientos.
Dicha legislación considera como casas de compraventa o de empeño, todas aquellas que compren, vendan, permuten, empeñen o de cualquier modo trafiquen con objetos usados, nuevos o viejos.
A su vez, ordena que llevar un libro que describa los artículos recibidos y despachados, especificando su valor y a quien se le recibe. Este registro debe ser depositado en los ayuntamientos y en la entonces llamada Secretaria de Industria y Comercio.
Este sería parte del mecanismo de control para evitar prácticas ilícitas como el lavado de activos u otros que afecten de manera directa al consumidor de las compraventas, pero la ambigüedad en este marco legislativo a tornado prácticamente obsoleta la regulación de estas.
Monte de Piedad: “La compraventa del Estado”
Además de las tradicionales casas de empeño de capital privado, desde el propio Estado dominicano existe una institución que presta servicios financieros a los dominicanos más vulnerables bajo una dinámica similar a la de las compraventas.
Esta institución estatal, creada en 1938, lleva por nombre Caja de Ahorros para Obreros y Monte de Piedad, también conocida como “La compraventa del Estado”. Entre sus principales funciones está conceder préstamos prendarios, pero con garantía solo en joyas de valor.
En entrevista a este medio, el actual administrador de la general de esta entidad financiera, Welinton Grullón, explica que los préstamos prendarios otorgados tienen un carácter social por encima del que se hace habitualmente en las casas de empeño populares. Estos se conceden con tasas de 2.5 hasta un 4% mensual.
“A la hora de que se liquida el préstamo, en el caso de que las personas no puedan recuperar su bien, establecemos como mecanismo realizar una venta de pública subasta, que de hacerse y haya un remanente de los bienes liquidados, ese remanente le es devuelto a la persona que hizo el financiamiento con nosotros”, explica Grullón como principal diferencia de Monte Piedad con compraventas tradicionales.
Grullón considera que debido a su similitud con las casas de empeño, la entidad que dirige podría cumplir con una función reguladora y supervisora de los negocios que operan bajo esta modalidad. Destaca que para esto se hace necesaria la actualización del régimen legislativo en relación a las casas de empeño.
Asimismo, señala que es preciso cambiar la percepción de las personas en cuanto a las operaciones de compraventa, que por tema de desconocimiento es mal vista en la sociedad.
“Tenemos una tarea amplia en como dignificar a las compraventas incluso con la imagen. Actualmente lo que se ve en una compraventa tradicional es que se despojan de cosas útiles y necesarias entonces lo relacionan a la necesidad. Queremos hacerle entender que el financiamiento prendario no es malo, al contrario está poniendo en evidencia que tienen de donde buscar” señala el funcionario.
La Caja de Ahorros para Obreros y Monte de Piedad también tiene entre sus funciones realización de ventas en pública subasta de los embargos ejecutados por la Dirección de Impuestos de Internos, así como salvaguardar los bienes de personas que han sido desalojadas.