José Alberto Montás fue bombero por 21 años. En ese tiempo apagó muchos fuegos y auxilió a personas accidentadas, hasta que entró en retiro en enero de 2016.Su suegro -Modesto Espinal- es coronel de la institución, con 30 años “y pico” de ejercicio. Ambos se conocieron haciendo lo mismo y terminaron siendo yerno y suegro y socios de negocios. Montás y Espinal son propietarios del Proyecto Ecoturístico El Anzuelo, en Bonao, un restaurante en el que si usted desea capturar de un pozo el pescado que quiere consumir, simplemente tiene que avisarlo a quien le atiende y éste le buscará la herramienta para hacerlo.
“En los bomberos nos conocimos e hicimos buenas relaciones. Luego incursionamos en la siembra de lechosa… Conseguimos un cuadrito de tierra que arrendamos, y posteriormente, en el terreno donde estamos ahora, pusimos otra cosecha de lechosa y nos fue bien. Por ahí seguimos… es más o menos parte de la historia”, le dice Montás al equipo de prensa de elCaribe que se interesó en conocer el establecimiento, situado en Los Cocos-Jayaco.
Aquí la actividad es intensa. Son las 11:15 de la mañana, comienzan a llegar los primeros comensales. Algunos se sientan y piden una cerveza, otros caminan por el lugar y se hacen “fotografías para subirlas a Instagram o a Facebook”. Hay espacio suficiente para hacerlo. En la cocina los calderos arden a todo vapor y el olor de los sazones deja claro que se cuece algo bueno. Los cocineros van de un lado a otro. Unos pelan cebolla, otro parten ají pimiento y morrón y uno saca de un ‘frízer’ varios peces, frescos y disponibles para satisfacer la demanda de los visitantes. El propio Montás “le echa mano” a uno de ellos y comienza a prepararlo. “El eslogan que usamos aquí es una historia que contar”, expresa, mientras atiende una cosa y otra y da instrucciones.
Los dos dueños se dividen las asignaciones. Modesto se encarga principalmente de la crianza de los peces y Montás del restaurante, incluyendo la logística. Eso significa que se involucra en lo referente a la preparación de los alimentos, el cuidado del servicio a los clientes y de que todo esté óptimo. Y lo logra, a juzgar por los comentarios de algunos de los clientes presentes. “Iniciamos hace siete años. Primero criábamos tilapias para venderlas crudas. La gente venía, las pescaba y se las llevaba. Luego los clientes me decían y le decían a Modesto que paráramos un fogón en algún rincón para ellos venir con la familia, alquilar la paila, comprar la leña y pasar buen rato”, rememora José Alberto Montás.
Y agrega: “Ahí vino la idea de hacer algo semejante y hacerlo más grande. Agradecemos mucho a los clientes, porque de boca en boca han regado que aquí, a El Anzuelo, se puede venir”.
Los propietarios de El Anzuelo resaltan que, si bien tuvieron la chispa del emprendimiento, los síndicos de la provincia Monseñor Nouel han contribuido bastente. “Principalmente el de Bonao, que nos hizo el primer pozo y nos prestaba la pala, porque no había cuarto para uno pagar por día, para hacer esto. Nos hemos ido desenvolviendo y le agradecemos mucho a ellos esa parte”, sostiene el administrador Montás.
¿Y están los precios al alcance de todo público. La gente puede venir a comer aquí?, pregunta este diario. “Claro”, responde. “Y si usted pidió una receta y le faltan cincuenta pesos, no se irá sin comer”, asegura. Aunque el plato principal de El Anzuelo es el pescado preparado en sus diversas formas, el menú es amplio.
“Este es un negocio familiar. Pronto construiremos un bar y una enramada con capacidad para 150 personas porque los clientes han arropado el negocio”, informa el administrador y aprovecha para ofrecer los números de contacto 809-218-4707 y 809-969-2208.