Para llegar a ser uno de los músicos más destacados y uno de los expertos en derechos de autor más respetados del país, Alfonso (Pochy) Vásquez Familia, vino tocado con el don de la creación musical a este mundo.

A los nueve años, pululando donde la famosa Herminia, mientras le hacía mandados a las muchachas que trabajaban ahí; cuando pasaba por la tarima donde estaban los instrumentos le ponía las manos al piano, y parece que doña Herminia se dio cuenta y le regaló un pianito de juguete. Allí vio por primera vez a Johnny Pacheco con Héctor Casanova, Johnny Ventura, Cuco Valoy. Todo eso lo nutrió.

A los 12 años, tuvo el arranque de componer La Negra Pola, un merengue que grabó Cheché Abreu el “padre musical” de Pochy Familia, según sus propias palabras.

El último Desayuno de elCaribe / CDN de este año 2022 ha sido justamente con el creador de la Coco Band y toda la simbología frutal alrededor de ella y su música, que cumple 35 años. Nelson Rodríguez, director del periódico y Alba Nelys Familia, directora del canal televisivo le dieron la bienvenida al destacado músico.

“Yo estaba esperando que Cheché saliera del canal 4. Y cuando sale en un Impala rojo que tenía, yo le caigo atrás. Y a Dios gracias ese semáforo que estaba ahí se puso rojo y él paró. Le puse la hoja de la mascota del lado del vidrio de él que, todo un caballero, abrió y me dijo “móntate”. Fuimos donde una amiga que le tenía una comida y me invitó a comer. Y cuando terminó cogió la guitarra y me dijo: ‘mira, hay una señora en Samaná que se llama Pola y yo le prometí una canción’… De ahí salió entonces La Negra Pola. que fue un tema que -¡imagínate cómo impacta eso a un muchacho de 12 años!-, que se convierte en un hits en el barrio, en la escuela, en todos los lados. Después Cheché me mandó a buscar. Fui a su oficina y me regaló 500 pesos, que han sido los 500 pesos más bonitos que yo he visto en toda mi vida. Pero lo mejor que hizo Cheché Abréu conmigo, me tomó de la mano por la muñeca a una escuela de música donde el profesor Almánzar. ‘Mira yo quiero que tú me le enseñes música a ese muchacho. Ahí empecé a solfear, a tocar piano, a tocar guitarra. Gracias a Cheché Abreu”, narró, agradecido.

Otra persona que influyó en su vida fue su disquero Mateo San Martín, cubano, dueño de Cubaney, que tuvo conflictos con muchos músicos, “pero a mí me vio como un hijo”. Con él fue al MIDEM de Francia, le introdujo al mundo del derecho de autor. “Era apasionado de ese tema, me regalaba libros. Cuando yo iba a Miami me invitaba a almorzar solo para hablar de ese tema. Hoy puedo decir que el conocimiento de derecho de autor que tengo se lo debo a él, que fue un motivador para que yo incursionara en esa carrera”, explicó, a la vez que reconoció que su mamá fue la persona que más le ha influido en su vida.
Ella quedó viuda con cinco muchachos, teniendo apenas 6to curso, pero llegó a la universidad y a hacer maestría. Ella no solo lo alfabetizó, sino quien le enseñó Historia.

Derechos de plataformas e historias de canciones

“La ley dominicana solamente protege la comunicación pública, o sea cuando la música suena en lugares comerciales. La ley todavía no está actualizada para proteger el entorno digital. Por eso las gestiones colectivas no cobramos esa parte para hacer distribución entre los miembros.”, expresó ante una pregunta sobre el derecho de autor streaming.

Narró que Uruguay creó una figura que es “latin autor”, que tomó todas las gestiones colectivas y ya le están cobrando a las plataformas streaming. Luego hacen la distribución entre los titulares.
“Nosotros tenemos esa debilidad y estamos trabajando en una ley con el senador Antonio Taveras, en un proyecto de ley para adecuar la Ley 65-00 al entorno digital.

Advirtió que Estados Unidos no ha firmado el Convenio de Roma, que protege la comunicación pública para los artistas y los músicos.

Ante una pregunta, se refirió a cómo hoy día, en busca de bajar los costes existen orquestas de excelente calidad capaces de acompañar a cualquier líder de merengue en países como Colombia, por ejemplo. No obstante defendió el hecho de que en la Cocoband hay músicos con los que lleva 35 años, que con solo hacer una mínima seña ya saben lo que van a hacer. El nivel de comunicación es superior. Eso se llama acople.

“Cuando surge la Cocoband estaban muy de moda las adaptaciones de baladas a merengue, muy bien hechas; que hacían Alex Bueno y Sergio Vargas, que les preparaban Ramón Orlando y Manuel Tejada”.
Recuerda que el medidor de entonces sobre lo que tenía potencial para pegarse estaba en el cabaret de Herminia. “Si las mujeres lo bailaban y les gustaba, ese era el tema. Si no lo bailaban había que hacerles modificaciones. Ese era el termómetro. El cabaret de Herminia, en Villas Agrícolas, donde ahora hay un car wash, fue lo que hoy quizás sea la calle 42 para los muchachos urbanos, y lo que fue la Calle 8 en Miami”.

“En cuanto a la música, (el cabaret de) Herminia jugó un papel determinante”, afirmó Pochy. “Ella fue la que me hizo ver ese sabor de calle, viendo esos grupos tocando; lo reflejé cuando empecé a hacer la música de la Cocoband. Pero antes le hice a Los Rosario (tararea) “Caramba, caramba, ya viene el lunes…”. Cuando lo grabamos sentí que esa música sencila con el coro repetitivo, de calle, puede llamar la atención. Cuando me junto con Mateo San Martín, el disquero, le dije hice ese tema, pero también hice este otro: (tararea) “El domingo se hizo pa’ beber, el domingo…”. A él le gustó la idea, y ahí aproveché y le dije tengo también este (tararea “Yo tengo una fla-ca, que me tiene lo-co…” y experimentamos… todos son temáticas pueblerinas, lo que pasa en la calle, de la cotidianidad dominicana”, manifiesta.

El Estado y la música

Hace dos semanas Colombia celebró un festival del merengue auspiciado por la municipalidad. El dictador de Venezuela organizó hace pocos meses un Festival Mundial del Merengue.

Pochy es claro al insistir en que las industrias creativas nuestras, lideradas por la música dominicana y en especial el merengue, nos hacen diferentes ante los demás países que viven del turismo.

Ve lamentable que el peso de las industrias creativas las vea el Estado como ‘a esta gente, gratis, dales algo’, con desdén. “Pero las industrias creativas lo que aportan a la economía es para tú sentarte a ver con seriedad, porque ese es el fuerte de nosotros”.

Se queja de que “da pena muchas veces ver un anuncio de turismo con un pop. Como con la ricura musical de este país… ¡por el bien del país pon bachata y merengue!”.

“Algo que hace fuertes esos dos ritmos es que tienen sus bailes propios”, explica. “Y todo el mundo quiere aprender. Michael Miguel me va a matar, pero cuando Michael Miguel estaba estudiando en Chile el trabajaba en un gimnasio dando clases de merengue”, ejemplificó. “Las mujeres estaban locas por aprender a bailar merengue”.

“El merengue es un activo potencial que tenemos, así como tenemos el sol y las playas”, definió.
“Allí donde ha llegado el merengue es porque hemos sido los músicos los que lo hemos llevado. No ha existido política del Estado para ayudarnos a hacer eso”, enfatizó.

“Somos nosotros que hacemos contratos con empresarios, llevamos nuestro personal, les damos dietas, transporte, hacemos los enlaces de las giras, preparamos una logística empresarial de dos meses de gira, con muchos riesgos, donde cualquier eslabón que te falla, te sale por altas cifras de dinero. Nosotros los hemos hecho… Y sin embargo, el Estado aquí le hace muchas concesiones a muchos sectores empresariales. No les estamos pidiendo que nos conceda nada. La gasolina de los transportes que usamos la pagamos todos. Es que yo pago todo, prestaciones laborales, seguridad social, todo. Cumplimos con las normas legales… Se necesita crear política para que no siga de manera salvaje”, plantea.

Se refiere a una Ley de Música, la que las emisoras que pongan música nacional, tengan bonos culturales o incentivos de los impuestos. “Tengo que competir con Shakira, tengo que ingeniármelas porque no tengo los presupuesto sde promoción de Shakira… si sale un teclado nuevo tengo que comprarlo para mantener el sonido actualizado que demanda la industria. ¡Fortaleceme y organízame la industria con las políticas de Estado!”, exige finalmente el Cocotú Mayor.

El estadio Olímpico

Cuenta el líder de “los cocotuces” que a Juan Luis Guerra le tocaba el estadio Olímpico, pero tuvo un problema en un ojo y no pudo hacer el concierto. Don Miguel Barceló estaba en las últimas de un cáncer pancreático. La suya era una empresa que apoyaba la cultura del país y los hijos querían despedirlo en grande. El grupo que estaba pegado era la Cocoband. Había sus dudas porque la orquesta se presentaba continuamente.

“Cuando más lleno estaba el Olímpico, los hijos lo llevaron a tarima, tenía la figura ya muy diezmada por la pérdida de peso por la enfermedad. Y con unos fuegos artificiales prendieron “Barceló”, su apellido. Qué bonita despedida. Todavía se me eriza la piel, de recordarlo. Por eso nosotros fuimos al estadio Olímpico”, contó Pochy Familia sobre aquel hito de 1992.

A partir de ahí comenzaron a hacer eventos masivos en Suramérica y en Centroamérica, “porque fue una época en que el merengue tenía un gran mercado internacional”, aduce el reconocido músico.
Para muchos la impronta de la Cocoband fue tal que desplazó el merengue romántico de los años 80.

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