La crisis de Venezuela parece no tener límite. La profundización del irrespeto a las libertades públicas, una economía que se deteriora cada día más, las constantes protestas no parecen ser suficientes para cambiar de parecer a un gobierno que adolece de menos soporte popular e internacional.Solo un pequeño puñado de países persisten en apoyar una dictadura, que asesina a los que protestan, encarcela a la oposición y destituye al ministro de salud porque admite que la mortalidad en los hospitales ha ido en aumento como resultado de la inexistencia de medicamentos básicos.
Dentro de ese grupo de países que apoya esta mímica de gobierno estamos nosotros. Apoyando a un presidente que lejos de ser un líder, ha terminado siendo un cómico, ya que sus constantes disparates lo han convertido en el hazmerreír mundial.
Posición que no comprendo, a pesar de nuestro agradecimiento por el apoyo de Petrocaribe, sin el cual, el crecimiento y estabilidad que exhibe nuestra economía, no hubiera sido posible, pero siendo parte del grupo de negociadores el expresidente Leonel Fernández, lo más lógico en las votaciones de la Organización de los Estados Americanos, hubiese sido abstenernos.
De esta forma mostramos imparcialidad y tener frente a los bandos encontrados la credibilidad necesaria para lograr un consenso que permita una salida negociada, las elecciones de gobernadores que se han bloqueado y evitar el despropósito institucional de crear una nueva asamblea nacional que le sirva detraje a la medida a Maduro y su pandilla.
Además, me pregunto si esta parcialidad hacia un régimen que se desmorona no afectará nuestras relaciones futuras, cuando Venezuela sea gobernada democráticamente y participen muchos de los que hoy son oprimidos y perseguidos.
El país se encuentra cada vez más arrinconado. La oficina del tesoro norteamericano que controla el movimiento de activos internacionales, conocida por sus siglas en inglés como OFAC, clasificó como narcotraficante internacional al Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela Tareck Zaidan El Aissami Maddah.
Todo esto se complica más, con la denuncia del que fue jefe de seguridad del finado Hugo Chávez y luego ocupó la misma posición para el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabellos, Leamsy Salazar, quien ha roto con el gobierno y prestará próximamente declaraciones ante un gran jurado en Estados Unidos, acusando a Cabello también de cabecilla del narcotráfico.
La semana pasada, una manifestación de los abuelos fue reprimida violentamente por las fuerzas militares, que deben hacerlo con un enorme remordimiento de conciencia, ya que ellos también sufren la escasez, la devaluación, el deterioro de la seguridad y de las condiciones de vida que viven sus conciudadanos.
La situación de desabastecimiento de la cual Maduro acusa a la oligarquía y a Estados Unidos tiene su origen en la caída de los precios del petróleo, el pésimo manejo de la economía por parte del régimen, que ha destruido todos los canales de producción, tratando de imitar el modelo cubano que nacionalizó la economía gracias al apoyo en su momento de Rusia, pero con el talento de los Castro, el que no tiene Maduro, ni lo tenía Chávez a pesar de su enorme carisma.
Venezuela enfrenta el pago de la enorme deuda externa y a pesar del enorme financiamiento chino, quedará corta para pagar los más de veintitrés mil millones que debe amortizar este año. Su déficit para dicho pago no es mayor gracias al financiamiento chino, superior ya a los cincuenta mil millones de dólares, con lo cual las próximas generaciones venezolanas pueden tener seguro que están hipotecadas a China.
Existe la posibilidad de que se logre reunir de nuevo la OEA para finales de este mes y poder lograr la mayoría necesaria de 18 países, lo que dependerá mucho de las naciones del Caribe, que siempre han estado del lado de Venezuela y esto dé pasos a mecanismos de mayor presión para lograr una salida a la crisis. Ojalá la votación de nuestro país en esta oportunidad sea de abstenerse, ya que dudo mucho que lleguemos a sumarnos como debía ser, a la lista de países que propugnan por el cese de crímenes y violaciones a la democracia, sello indiscutible de la tiranía de Maduro.
Urge celebrar una consulta pública que permita a los venezolanos decidir su futuro, dar un giro a la crisis de desabastecimiento, la falta de libertades y de seguridad. El régimen pretende que mediante la opresión, los encarcelamientos de la oposición y los asesinatos acallar las protestas, pero estas se hacen más frecuentes y más violentas, parece que ya da lo mismo morir de un tiro que morir de hambre.
De no ser por la presión internacional que impulse una salida negociada, no muy lejos veremos a nuestros hermanos venezolanos sumidos en un baño de sangre. Hay tiempo para evitarlo.