Mi colega, mejor amigo y casi hermano Nelson Encarnación ha dado justo en el clavo al señalar en un reciente comentario que la oposición al gobierno del presidente Danilo Medina acusa su propio yerro al abrazar ahora la tesis de que las últimas campañas presidenciales que han dado el triunfo al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados fueron financiadas por la firma brasileña Odebrecht, retractándose virtualmente de sus anteriores denuncias sobre el supuesto uso y abuso de los recursos del Estado en esas mismas jornadas, lo que viene a ser algo así como la negación de sí mismo: Decir ahora lo que constituye una retractación de lo que se dijo antes. ¿To’ toro o to’ vaca…?
Bosch y Pipigüa
En estos días me he re-encontrado felizmente con algunos amigos de mi adolescencia, condiscípulos en el viejo liceo Unión Panamericana, entonces ubicado en la parte de la Plaza de la Cultura frente a la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, centro educativo dirigido primero por Eduardo Melo y después por Polibio Batista, y hemos rememorado aquellos tiempos de lucha estudiantil a finales de los años 60s y comienzos de los 70s, cayendo inevitablemente en el tema del origen del sobrenombre de Pipigüa, por el que me conocen mis viejos amigos y relacionados, y del que nunca he adjurado. De nuevo ha estado en carpeta si ese mote fue de la autoría o no del presidente Juan Bosch, versión masificada pero no del todo cierta, ya que lo de Pipigüa fue creación de mi compañero de aulas en el bachillerato y en la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), Roberto Hernández, quien graficaba así –según explicaba para la época- la conjunción de mi baja estatura con lo inquieto y dinámico de mi conducta. Bosch me conoció, ya siendo Pipigüa, al regresar de Benidorm, España, y solía decirle a mi fallecida madre: “Con Pipigüa me voy a quedar yo”, aunque más tarde, ejerciendo yo este oficio, llegó a considerarme desafecto. Es la pura verdad…