Es posible que una parte de los reclamantes de que se aclare el caso de los supuestos sobornos patrocinados por la constructora brasileña Odebrecht lo hagan imbuidos de un interés legítimo por la transparencia en el manejo de los negocios públicos.Sin embargo, no cabe ninguna duda de que la mayoría de esos beligerantes lo hace motivado en cuestiones de índole política, con el inocultable propósito de conducir al Partido de la Liberación Dominicana a una situación de acorralamiento de la cual solo puede salir disminuido.
Es decir, que el proyecto de acoso y derribo del PLD solo puede ser ignorado por quienes carezcan de sentido político o se hagan los ingenuos porque les dé lo mismo que el partido morado siga o no dirigiendo el Estado dominicano.
Percibo que en la decisión del presidente Danilo Medina de designar una comisión independiente para investigar la adjudicación de Punta Catalina a Odebrecht, no sólo se pretende apuntalar la transparencia que se alega desde el Gobierno.
Creo que también se persigue evitar que los sectores adversos al PLD logren avanzar en su determinación de provocar su salida del poder valiéndose de expedientes que si bien generan cuestionamientos, el fin pudiese ser más idóneo si se excluyera el ingrediente político.
Una tarea que de antemano resulta cuesta arriba, en razón de que la política partidista norma todo en la vida de la República Dominicana, una situación que hace naufragar todas las iniciativas loables que se emprenden, pues los dirigentes, en este caso del PLD, no son tan tontos como para ver preparando los cañones para dispararles y hacerse los desentendidos.
Esto sin excluir la posibilidad de que, como se comenta en corrillos políticos, tanto tiempo gobernando puede llegar a provocar cansancio en los propios incumbentes, lo cual no parece probable si nos atenemos al dicho popular de que “a ningún muerto le desagrada una misa”.
En conclusión: nadie puede estar en desacuerdo en que se investiguen todos los hechos potencialmente dolosos que se hayan cometido en contra del interés nacional. Pero al mismo tiempo la dirigencia del PLD no debe perder de vista que detrás de ese afán legítimo se mueven los intereses de candidaturas proyectadas hacia el 2020, las cuales suelen guarecerse bajo la sombra de la sociedad civil.