No había tenido la oportunidad de leer la carta de la profesora Eva Romero, del Instituto Isidro Arcenegui de Marchena, en Sevilla, España.Inicialmente por el título de “Yo estoy harta”, pensé que se trataba de uno de los movimientos que recientemente se producen en nuestro país, tanto en las redes como en las calles. Al ver que el tema era educación me interesó enormemente, ya que no sólo me apasiona el tema por la importancia que tiene para el país, sino que muchas de las cosas que leí se las oigo constantemente a mi esposa, profesora desde los diez y ocho años en su querido colegio Santo Domingo y luego en el Babeque y el Cemep.
La profesora Romero se queja de la mala educación con que llegan los alumnos. Sin duda tiene toda la razón, los padres pretenden que la escuela sustituya la educación del hogar y olvidan que los niños desde que nacen aprenden de los padres y que por más esfuerzo que se pueda hacer en la escuela, la educación hogareña sigue y seguirá siendo el pilar fundamental.
El proteccionismo de los padres, como refiere Romero, no es sólo en Sevilla, aquí en República Dominicana, donde la calidad de la educación es muy inferior a la que ella está acostumbrada, los padres en una demostración de irresponsabilidad absoluta ya no reprimen la falta de los hijos sino que culpan a los maestros de su indiferencia, de su falta de atención a las necesidades de sus hijos y los valores en muchas oportunidades son sustituidos por ejemplos poco dignos de seguir.
En múltiples oportunidades he oído como los padres recriminan a los profesores y directores por las inconductas de sus angelitos, sin olvidar que con esa actitud otorgan una patente para que estos en el futuro pretendan culpar a todos de su inconducta y justificar sus actuaciones bajo el entendido de “que yo no tengo la culpa de nada, la culpa la tienen los demás”.
Su queja me trajo a la memoria, pero ya en otro sentido, una reunión que hace pocos días sostuvimos con una funcionaria de educación con la directiva de la Asociación de Industrias de Haina, a la cual le recriminamos que en el Politécnico de Haina, que construimos los empresarios con un apoyo de la Asistencia Económica Española no teníamos espacio para impartir clases de media, ya que el fin era técnico, esta nos encaró diciéndonos que el Ministerio de Educación era quien pagaba los maestros y podía decidir lo que quisiera hasta justificando las huelgas.
Le recordamos lo importante de la calidad de la educación y que los sueldos de los maestros, eran pagados gracias a los impuestos que pagamos los ciudadanos. Aquí encaja perfectamente la queja de la profesora española sobre las autoridades y su forma de actuar muchas veces ilógica.
La profesión de maestro es incomprendida muchas veces, si la profesora de Sevilla se tomara el tiempo de revisar nuestros problemas educativos, no sólo se quejara de la incomprensión hacia los maestros, de la falta de respeto de los alumnos, quedaría sorprendida de la baja calidad de nuestra educación.
Por años no se invirtió en educación, el resultado de eso es que hoy ocupamos uno de los lugares más bajos en las evaluaciones de lectura y matemática de las pruebas PISA, que son un reflejo del círculo vicioso del pobre rendimiento y desmotivación no sólo de los alumnos sino más grave aún, de los propios maestros que en muchos casos exhiben una escasa preparación académica.
Pienso que si la profesora Romero se da un paseo por nuestra Universidad Autónoma se sorprendería que hay dinero para costosas jeepetas pero no para invertir en investigación y desarrollo, en maestros de tiempo completo, no de asalariados de varios empleos.
Se sorprenderá también no sólo de la actitud de los padres sino también de las huelgas sin sentido que se repiten y cuyo resultado lejos de mejorar la calidad, contribuyen a la pérdida de tiempo de aquellos que no pueden pagar una universidad privada, creando mayores brechas entre los que tienen y los que no tienen recursos económicos.
Es difícil entender huelgas cuando los sueldos han sido mejorados, cuando tenemos tandas extendidas, mejores planteles, y que aún cuando las condiciones de los maestros deben ser mejoradas, estas deben ser fruto de evaluaciones y competencias, no de huelgas y protestas.
Dejar de impartir docencia es continuar con el ciclo ominoso de la pobreza, mientras otros países trabajan en la rendición de cuentas, el sindicato de profesores de nuestro país está centrado en desordenar la escuela. El ministro de Educación con mucha razón decía que todas estas protestas son una forma burda de chantaje. Pero más aún, es un atentado al desarrollo de una nación que hace muchos años clama por un sistema educativo que nos permita competir en una economía donde cada vez más la capacitación y el talento juegan un papel fundamental para el desarrollo.
Yo agregaría a las quejas, que los padres han sido cómplices de estas protestas, que no han sabido entender la necesidad de que sus hijos reciban una educación a la altura de los tiempos para convertirlos en ciudadanos del mundo, no reos incapaces de salir de la pobreza.