Mis amigos, mis amigas:
Quiero, en primer lugar, agradecer la solidaridad y el cariño que he recibido del pueblo brasilero y de líderes de otros países, en este casi un año en que me encuentro preso injustamente. Agradezco especialmente a los compañeros de la vigilia de Curitiba, que me confortan todos los días, a los compañeros que constituyen los comités Lula Libre, dentro y fuera del Brasil, a los abogados, juristas, intelectuales y ciudadanos democráticos que se manifiestan por mi liberación.
La fuerza que me hace resistir a esta provocación viene de ustedes y de la convicción de que soy inocente. Pero resisto, principalmente, porque sé que todavía tengo una misión importante a cumplir, en este momento en que la democracia, la soberanía nacional y los derechos del pueblo brasilero son amenazados por intereses económicos y políticos poderosos, inclusive de potencias extranjeras.
Como siempre hice en mi vida y en más de 45 años de actividad sindical y política, asumo esa misión como un desafío colectivo. La lucha que libro para tener un juicio justo, en que mi inocencia sea reconocida, frente a las pruebas irrefutables de la defensa, solo tiene sentido si fuese comprendida como parte de la defensa de la democracia, del retorno del estado de derecho y del proyecto de desarrollo con inclusión social que el país quiere reconstruir.
Cada día que pasa, queda más claro para la población y para la opinión pública internacional que fui condenado y preso por el único motivo de que, libre y candidato, sería electo presidente por la gran mayoría de la población. Mi candidatura era la respuesta del pueblo al entreguismo, al abandono de los programas sociales, al desempleo, al regreso del hambre, a lo malo implantado por el Golpe del Impeachment. Y es una lucha que tenemos que llevar juntos, en nombre de todos.
Para sacarme de las elecciones, montaron una farsa judicial, con cobertura de los grandes medios de comunicación, teniendo a la Red Globo al frente. Envenenaron la población con horas y horas de noticieros mentirosos, en donde Lava Jato acusaba y mi defensa era menospreciada, cuando no, era simplemente censurada. La Constitución y las leyes fueron irrespetadas, como si hubiese un Código Penal de excepción, solo para Lula, en el cual mis derechos fueron sistemáticamente negados.
Como si no bastara apresarnos por crímenes que jamás cometí, prohibieron que yo participara de los debates y las sabatinas del proceso electoral, prohibieron mi candidatura, contrariando la ley y la ONU, prohibieron que yo diera entrevistas, prohibieron hasta que yo compareciera al velorio de mi hermano más viejo. Quieren que yo desaparezca, pero no es a mí a quien tienen miedo: es al pueblo que se identifica con nuestro proyecto y vio en mi candidatura la esperanza de recuperar el camino de una vida mejor.
Días atrás, al despedirme de mi querido nieto Arthur, sentí todo el peso de la injusticia que golpea a mi familia. El pequeño Arthur fue discriminado en la escuela por ser mi nieto, y sufrió mucho con esto. Entonces, prometí a él, que no voy a descansar hasta que mi inocencia sea reconocida en un juicio justo.
En la emoción de aquel momento, recuerdo haber dicho: “Voy a demostrar que los verdaderos ladrones son los que me condenaron”. Poco después, el periodista Luis Nassif reveló al público el acuerdo ilegal y secreto entre los procuradores de Lava Jato, la 13ª Sala Federal de Curitiba, el Gobierno de los Estados Unidos y la Petrobras, involucrando una cantidad de 2.5 billones de reales.Esa cantidad fue tomada a la mayor empresa del pueblo brasilero por una corte de Nueva York, con base en delaciones llevadas a ellos por los procuradores de Brasil.
Y ellos fueron a los Estados Unidos, con la cobertura del entonces Procurador General de la República, para fragilizar, todavía más, una empresa que es objeto de la codicia internacional.
A cambio de esa fortuna, Lava Jato se comprometió a entregar al extranjero los secretos e informaciones estratégicas de nuestra Petrobras.
No se trata de convicciones, sino de pruebas concretas. Documentos firmados, actos de oficio de autoridades públicas. Estos moralistas sin moral ocupan hoy altos cargos en el gobierno, que solo fue electo porque ellos impidieron mi candidatura. Pero quien está preso es Lula, que nunca fue dueño de apartamento, ni de sitio, que nunca firmó contratos de Petrobras, que nunca tuvo cuentas secretas, como esa Fundación que fue descubierta ahora.
Más que manifestar la indignación con esos hechos, quiero decir a ustedes que el tiempo está revelando la verdad. Que no podemos perder la esperanza de que la verdad vencerá, y ella está de nuestro lado. Por eso, pido a cada uno y cada una de ustedes que fortalezcan, cada vez más, nuestra lucha por la democracia y la justicia. Y solo vamos a alcanzar esos objetivos defendiendo los derechos del pueblo y la soberanía nacional, porque fue contra esos valores que dieron el golpe e interfirieron en las elecciones. Fue para entregar nuestras riquezas y revertir las conquistas sociales. Que los comités Lula Libre tengan eso bien claro y actúen cada vez más en la sociedad, en las redes, en las escuelas y en las calles.
Tengo fe en Dios y confianza en nuestra organización para afirmar con mucha certeza: Nuestro reencuentro llegará y el Brasil podrá soñar nuevamente con un futuro mejor para todos.