NUEVA YORK — Los periodistas están familiarizados con los riesgos de reportar en zonas de guerra, pero la reciente muerte o desaparición de tres de ellos en Turquía, Bulgaria y México reflejan los crecientes peligros que enfrentan los reporteros por hacer su trabajo.
Y en México, la semana pasada el periodista y activista Sergio Martínez González fue asesinado a balazos por dos personas a bordo de una motocicleta, mientras desayunaba acompañado de su esposa en una cafetería.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus iniciales en inglés) reportó que 43 de ellos han sido asesinados por desempeñar su trabajo en lo que va de 2018. El año pasado finalizó con 46 decesos. Las cifras no son del todo inusuales y, de hecho, han llegado a ser más elevadas, como las 73 fatalidades que se registraron en 2013 y 2015, y las 74 de 2012, informó el CPJ.
Lo que es distinto es la manera en que están perdiendo la vida. Al menos 27 periodistas han sido asesinados de manera individual en lo que va del año, mientras que 8 murieron al quedar en fuego cruzado durante la cobertura de conflictos violentos, destacó el CPJ. Del total de periodistas muertos desde 1992, 848 fallecieron de forma individual mientras que 1.322 perdieron la vida en fuego cruzado, indicó el organismo.
“Las muertes en zonas de conflicto son una cosa, los asesinatos dirigidos son otra”, dijo Bruce Shapiro, director ejecutivo del Dart Center for Journalism and Trauma de la Universidad de Columbia.
Igualmente alarmante es la propagación de asesinatos en Europa, a diferencia de países como México, en donde la violencia del narcotráfico ha convertido la práctica del periodismo en algo riesgoso durante años, dijo Robert Mahonye, subdirector de CPJ.
Además de la muerte de Marinova en Bulgaria, Jan Kuciak fue encontrado muerto en Eslovaquia mientras investigaba un fraude fiscal entre personas cercanas al partido gobernante. En Malta, la reportera de investigación Daphne Caruana Galizia fue asesinada después de reportar frecuentemente en su blog la corrupción gubernamental.
“Hay delincuentes en todos lados”, escribió justo antes de morir. “La situación es desesperada”.
Estados Unidos también vivió este año los riesgos del periodismo con el asesinato de cinco miembros del Capital Gazette en Annapolis, Maryland, en junio. En tanto, Naciones Unidas se involucró en los esfuerzos por liberar de una prisión de Myanmar a Wa Lone y Kyaw Soe Oo, reporteros de Reuters que investigaban el asesinato de 10 hombres y niños rohinyas.