Jesús, en Mateo 18:21, refiriéndose al perdón, contesta categóricamente a Pedro: “debemos perdonar hasta 70 veces siete”. Sin embargo, esto luce chocante, imposible, contrasentido, porque la esencia de esta respuesta es medular, perdonar es amar y amar es abastecerse en el corazón de Dios.
Generalmente amamos más a quienes no lo merecen, nos enamoramos de desconocidos, somos incondicionales con extraños… Porque el amor nos doblega, no calcula, ni discrimina, no pone pretextos, ni se siente obligado, es divino.
Para quien no ama, perdonar es humillante. Quizás esa persona ni merezca tanta misericordia, pero para quien ama, es inconcebible la muerte de una relación y el perdón es la quimioterapia que le salvará la vida. No perdonar es arruinar tu destino, y eso ya es un desatino. l