“Vivimos en un mundo injusto donde los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres”. Esto se repite y repite, y cualquiera se siente mal al respecto. Pero resulta que no es verdad.Los pobres no son cada vez más pobres. En las últimas décadas, la pobreza, el hambre y la enfermedad no han aumentado. Es más, nunca ha habido en toda la historia menos hambre que ahora. Y donde la ha habido, no ha sido por falta de alimento, sino porque los países han arrasado con la propiedad y matado el incentivo a producir. Y si los ricos se han hecho cada vez más ricos, esto no es razón para indignarse. A menos que lo hayan hecho robándole a los pobres, y no a través de contribuciones inteligentes.
También se dice: “Europa no tiene corazón, porque no hace suficiente a favor de los cientos de miles de personas que buscan refugio en sus tierras”. Y hasta el papa califica esto de “vergüenza”.
Pero Europa no es simplemente “Europa”. Decirlo de esa manera es darle una connotación tan general que lo esencial se pierde. Europa es un grupo de ciudadanos (con sus propias cargas y temores), a los que se les exigiría que paguen más impuestos para hacerse cargo de un drama provocado fuera de sus fronteras.
Vergüenza deben más bien sentir los gobiernos que han oprimido a su gente de tal manera que no les ha quedado más remedio que lanzarse al Mediterráneo. O las mafias que los engañan, sin importarles que se ahoguen. Pero no Europa.
Y luego hay palabras que también son pura mentira. “Fondos públicos”, “Patrimonio del pueblo”, por ejemplo. Son términos que convienen mucho a los políticos, porque les ayuda a venderse como defensores del bien común. Pero no significan nada.
Vaya usted a buscar el dividendo de una sola empresa del Estado. ¿No que somos dueños, usted y yo? Es que ni siquiera nos reciben en sus oficinas, a menos que tengamos un contacto especial.
Estas son algunas mentiras que se dicen con tanta frecuencia que se llegan a asumir como ciertas. Lamentablemente, hay muchas más…