La Alianza por el Derecho a la Salud (ADESA), mostraron preocupación ante la débil atención y poca coordinación con los diversos sectores que forman parte de las decisiones nacionales en torno a la respuesta a la salud mental y las secuelas dejadas por el COVID-19 en el país.
En la antesala del Día Mundial de la Salud Mental, ADESA insistió en que tratar esta condición tiene un valor intrínseco y fundamental y es parte integral de bienestar general.
Afirmó que garantizar su promoción, prevención y atención resulta indiscutible y urgente.
Los psicólogos Wendy Alba y Jairo Mercedes y Norus Decena explicaron que la salud mental está determinada por una compleja interacción de factores de estrés y vulnerabilidades individuales, sociales y estructurales.
Agregaron que la exposición a circunstancias económicas, geopolíticas y ambientales desfavorables, como la pobreza, la violencia, la desigualdad y la degradación del medio ambiente, también aumenta el riesgo de sufrir afecciones de salud mental.
Según Jairo Mercedes, en un reciente informe mundial sobre la situación de salud mental titulado: Transformar la Salud Mental para Todos, la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que “tanto la ansiedad como los trastornos depresivos han aumentado en más del 25% durante el primer año de la pandemia.
Al mismo tiempo, aclara, que la brecha de tratamiento para las afecciones de salud mental se ha ampliado.”
El especialista en el comportamiento humano, puntualizó que la inversión en salud mental en el país, en su punto más alto ha alcanzado únicamente el 0.73% del gasto total en salud, a pesar de la magnitud del problema.