Santo Domingo.-La proliferación del dengue vuelve a poner de manifiesto la profunda crisis estructural y financiera del sistema dominicano de salud y el fracaso del modelo instaurado en el país a partir de las reformas sanitarias del año 2001, las cuales aceleraron los procesos de privatización de la salud y colocaron la prevención de enfermedades en lugares muy secundarios.
Las cifras oficiales hablan de 17 muertes y más de 18 mil personas hospitalizadas por dengue en lo que va de año, lo que equivale a 12 veces más que lo ocurrido en el año 2018. Esas cifras podrían ser cinco veces más altas de acuerdo a otras fuentes confiables, como la dirección de este hospital infantil Robert Read Cabral, donde este año ya fallecieron más de 40 niños y niñas por causas probables de dengue.
Esta peligrosa epidemia mantiene a los hospitales públicos y las clínicas privadas abarrotadas de pacientes, lo que ha desbordado la capacidad del personal para atender la demanda de servicios y ha puesto en evidencia el enorme déficit que arrastra el país de enfermeras, médicos, de camas, de insumos, de equipos y medicamentos.
Estamos frente a una situación de emergencia que pudo evitarse con solo aplicar una política sanitaria centrada en la prevención de enfermedades y la promoción de la salud a través de Centros y Unidades de Atención Primaria. Pero resulta que el Gobierno solo dedica un 4% del presupuesto de salud al Primer Nivel de Atención, lo que se traduce en un retroceso respecto a lo que el país había logrado hasta la primera década de este siglo.
Un estudio reciente patrocinado por la Alianza por el Derecho a la Salud (ADESA) demuestra que en el país solo operan precariamente 1,494 Unidades de Atención Primaria en Salud (UNAP), cuando deberían existir cerca de seis mil para atender los requerimientos de prevención, promoción y educación de la salud de la población dominicana, que ya supera los 11 millones de personas.
Este descuido al Primer Nivel de Atención en Salud es el resultado de una errada política sanitaria que privilegia la construcción y la reconstrucción de hospitales del Tercer Nivel, que hospitales especializados en curar enfermos. Ahí es que se gasta el ínfimo presupuesto de salud, que ni siquiera llega al 2% del Producto Interno Bruto.
La epidemia del dengue ha colocado al país en una situación de emergencia sanitaria sin que se haya producido una respuesta adecuada de parte del Gobierno. Las autoridades de salud se han limitado a realizar operativos y campañas mediáticas cuando ya el problema había tomando cuerpo. El presidente Danilo Medina debió inyectarles recursos financieros adicionales a cada hospital y debió convocar a un Consejo de Ministros para priorizar las acciones para salvar vidas. No lo ha hecho y parece que no lo hará porque no entiende la gravedad de la situación y persiste en su política de construcción de edificios, los cuales se pueden fotografiar.
ADESA llama a la población a ver este problema del dengue como una oportunidad para reflexionar sobre la urgente necesidad de cambiar el rumbo de la política sanitaria del país. Se necesita un nuevo modelo de salud, centrado en las personas, enfocado en el derecho, conducido por el Estado y basado en la salud preventiva.
Es importante resaltar que uno de los factores que más ha incidido en la proliferación del dengue es la crisis de agua. El mosquito que transmite el dengue se reproduce en aguas limpias.
El almacenamiento del líquido es común en un país donde solo el 52% de los hogares dominicanos accede a agua del acueducto dentro de la vivienda mientras que el 23.6% accede en el patio de la vivienda. El 10.3% de los hogares se abastecen de agua de pozo y el 14% de la población debe abastecerse de ríos, llaves públicas u otras fuentes. (ENHOGAR, 2017).
La frecuencia con que se recibe el agua en la vivienda varía significativamente de un hogar a otro. El 32.7% de los hogares recibe (cuando la recibe) agua por menos de 5 horas al día; el 22.3% de los hogares recibe el líquido entre 5 y 9 horas diarias; y el 28.8% la recibe por 20 y más horas.
Es injustificable que un país cuya economía crece a un ritmo superior al 5% anual sufra una crisis de agua de la magnitud antes mencionada. Y mientras tengamos que almacenar este líquido estaremos expuestos a contraer dengue y otras enfermedades generadas por virus y bacterias.
En conclusión, el problema del dengue, que tanto dolor y muertes está causando al pueblo dominicano, es un síntoma de la gravedad en que está el sistema de salud del país. La medicina consiste en unir recursos y voluntades para empujar hacia una transformación profunda de ese sistema. Por eso ADESA propugna por un compromiso o pacto político y social por el Derecho a la Salud.
En lo inmediato, el Gobierno debe cumplir con la Estrategia Nacional de Desarrollo y consagrar en el Presupuesto del 2020 un incremento sustancial y una mejoría de la inversión en salud, llevándola a un 3% del Producto Bruto Interno.