Desde el pasado 13 de febrero nos hemos llevado la no grata sorpresa, de que se ha inaugurado un corredor de transporte público, denominado Winston Churchill, cuando, en honor a uno de nuestros grandes héroes, debió llamarse Corredor Jiménez Moya.
Según lo informado por nuestras autoridades el pasado domingo, dicho corredor inicia en la Ave. Jacobo Majluta, se desplaza por las avenidas República de Colombia, Jardines de Fontanebleau, John F. Kennedy y concluye al sur de la Winston Churchill en el Centro de los Héroes.
Al parecer a nuestras autoridades se les ha olvidado, que la Ley 256-15 del 15 de julio del año 2015 designa con el nombre de Enrique Jiménez Moya, el tramo de esta avenida, comprendido desde la Ave. 27 de febrero hasta la Ave. George Washington, y que el sector donde concluye el corredor, al que ellos llaman “Centro de los Héroes” en realidad es el Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Vivimos en la cultura de la ignorancia. Alabamos figuras extranjeras y olvidamos las nuestras. ¿Cuándo será que les daremos justo valor a nuestros héroes? ¿Acaso tiene más valor Winston Churchill que nuestro Héroe Nacional Enrique Jiménez Moya? Lo primero que muchos se preguntarán es: ¿y quién fue Enrique Jiménez Moya? Quizás una minoría podría responder.
Enrique Jiménez Moya nació el 27 de agosto del año 1913, en Santo Domingo. Debido a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, su familia, decide salir al exilio en el año 1934, hacia Colombia y Venezuela. Sin embargo, en lugar de quedarse de brazos cruzados y de hacerse el indiferente con la situación que erosionaba la existencia de la República Dominicana, desde el exilio en el año 1947, se enroló en la lucha antitrujillista y participó en la frustrada expedición de Cayo Confites.
En el año 1958, al caer la dictadura de Pérez Jiménez, en Venezuela, los exiliados dominicanos se organizan para apoyar la lucha de Fidel Castro para derrocar a Batista. Jiménez Moya, en octubre del 1958, sale desde Venezuela a unirse al Ejército Rebelde, en Sierra Maestra, Cuba, confiando en que si Fidel triunfa, los dominicanos recibiríamos apoyo para relanzar la lucha contra Trujillo. En Sierra Maestra, fue herido en combate y le fue otorgado el rango de capitán.
Luego del triunfo de Fidel Castro, en enero del 1959, los exiliados dominicanos organizan la expedición y Jiménez Moya fue designado Comandante en Jefe del Ejército de Liberación Dominicana, por recomendación de Castro, quedando a la cabeza de las expediciones del 14 y 20 de junio de 1959, que llegaron a República Dominicana por Constanza, Maimón y Estero Hondo, que tenia como fin terminar con la peor dictadura unipersonal, que flagelaba la existencia del pueblo dominicano.
Esta expedición, bajo la dirección del Comandante Enrique Jiménez Moya, constituye uno de los acontecimientos históricos de mayor trascendencia en la historia dominicana del Siglo XX, inspirado en los más nobles ideales patrióticos.
En la actualidad no se ha logrado esclarecer las circunstancias bajo las cuales murió Jiménez Moya, pero el historiador Anselmo Brache Batista nos cuenta que el 16 de junio, en La Guamita, Constanza, durante un combate. Jiménez Moya perdió contacto con el grueso de sus tropas, llegó exhausto junto a su asistente, Chepito Patiño, a un bohío de Las Auyamas, donde fue hecho prisionero por unos campesinos y luego entregado a la guardia trujillista, quienes lo mataron cuando se rebeló.
Esta hazaña heroica, ha llegado a inmortalizar en el tiempo la memoria de Enrique Jiménez Moya, encarnando en los dominicanos y dominicanas un legado de dignidad, sacrificio y entrega por la patria.
Conociendo la trayectoria de Jiménez Moya, nos surgen interrogantes como: ¿Quién es Winston Churchill para los dominicanos? O mejor aún, ¿Qué significó para la República Dominicana? Nos llena de impotencia ver que en pleno siglo XXI, seguimos con el complejo de Guacanagarix, dándole más importancia a figuras extranjeras que a las nuestras. ¿Qué cosa tan grande hizo Churchill por nuestro país para ponerlo por encima de Jiménez Moya? Jiménez Moya se desprendió de todo, incluso de su familia, sacrificando su vida para ver germinar la semilla de la libertad en su sufrida tierra dominicana.
Caramba Enrique, qué pena, qué pena que tengamos que ver como pisotean tu memoria, que tengamos que soportar ver cómo le dan más valor a quien ni siquiera sabía dónde se encontraba geográficamente ubicada la República Dominicana, y qué pena que nuestras autoridades no te otorguen tu justo lugar en la historia y desconozcan el nombre que lleva la avenida donde termina dicho corredor.
Pero honrando tu legado y tu memoria, no nos vamos a quedar callados, ante tal atropello y desde aquí levantamos nuestra voz, para hacerle un llamado a nuestro Presidente y a las autoridades de transporte, para que recapaciten y reconozcan la valentía, gallardía y heroísmo, de nuestro Enrique Jiménez Moya, denominando dicho corredor como Corredor Jiménez Moya.