Parecería lógico, razonable y hasta sensato dar tiempo a que la reciente consulta en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) termine de asentarse y se recojan todos los sedimentos propios de toda competencia para adentrarnos en análisis más concienzudos sobre lo que se avecina. Sin embargo, la vertiginosidad del discurrir político dominicano impone la dinámica del madrugador cuya jornada depende mucho del despuntar del lucero mañanero.

Lo que queremos decir es que el proceso del pasado domingo genera unas derivaciones que condicionan la vida, no solo del partido morado, sino de todo el espectro político y futuro electoral de la República Dominicana.

Por ejemplo, estos resultados peledeístas nos obligan a preguntar: ¿Es Abel Martínez el perdedor designado para 2024?

Es una interrogante que no tiene el propósito de zaherir al actual alcalde de la ciudad de Santiago de los Caballeros, sino una deducción que parte del panorama conocido hasta ahora en el mercado electoral dominicano, y que, según numerosas mediciones, no parece haber espacio promisorio para el virtual candidato del PLD.

Y es que por encima del peso muerto que significa el propio PLD por lo que representan sus últimos ocho años de gobierno, están las propias limitaciones del ganador de esta consulta.

Unas limitaciones que se refieren—en primer y más determinante lugar—al campo conceptual, es decir, en lo que tiene que ver con su discursiva cotidiana y de cara a un electorado que no es cierto se conforme con simples proclamas.

El alcalde Martínez tendrá de frente a un Luis Abinader que, si bien no tiene pretensiones de tribuno, es un expositor que discurre conceptualmente y aborda con diafanidad los temas fundamentales de la contemporaneidad mundial. Y en la otra acera deberá competir con Leonel Fernández, sin duda el principal orador político de la actualidad dominicana.

Hablamos de que Abel no cabe en esa dupla, como nunca cupo Gonzalo Castillo, a cuyo favor jugaron varios factores, entre ellos el aprovechamiento sin tapujos de los recursos del Estado, para que lograra, por lo menos, ocupar el segundo lugar en las pasadas elecciones,
En este caso a Abel le jugarán en contra muchas variables: a. los contrincantes; b. su falta de profundidad en lo fundamental; c. la corriente negativa que gravita sobre el PLD; d. una formación en constante sangría, tanto hacia el Partido Revolucionario Moderno que le quita piezas y aliados, como hacia la Fuerza del Pueblo, que tiene en las filas moradas la principal fuente de crecimiento, y d. la peor: Danilo Medina.

Un panorama para nada auspicioso, aunque su posición le abre un camino de futuro, del cual él será su propio arquitecto.

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