Una de las acciones de política pública en materia de infraestructura más importantes emprendidas por la administración del presidente Luis Abinader ha sido su decisión de ampliar el Metro de Santo Domingo, cuya ejecución se ha iniciado con el interés de una conclusión rápida.
Esta ampliación tiene una trascendencia inconmensurable, pues impactará de manera significativa en la mejora de la calidad de la vida de cientos de miles de personas que residen en esa franja del territorio capitalino.
La trascendencia socio-económica de la extensión de la línea 2 del Metro será incuestionable, dada la gran cantidad de usuarios que llegarán al centro de la ciudad sin someterse al tortuoso tránsito que estresa a quienes se movilizan Oeste-Este y a la inversa, hasta Los Alcarrizos.
Llegar a la ciudad a partir de ese tramo de la autopista Duarte—que recibe el torrente vehicular que viene del Norte—supone un trance de locura, lo mismo que para salir, no solo en las horas pico, sino casi de manera permanente.
Esta conexión debió ser completada en la pasada administración que encabezó Danilo Medina, quien abandonó la continuación del diseño original del Metro, más por razones políticas y personales que presupuestarias.
Si le diéramos validez al argumento de la falta de recursos, tendríamos que admitir que el Gobierno actual tiene razones más poderosas para no emprender la ampliación, ya que ha andado sobre una realidad que nadie envidiaría.
Es decir, que la ampliación del Metro como parte de un conjunto de iniciativas encaminadas a conjurar el grave problema de circulación, apuntala a Abinader como un mandatario que no se arredra ante las adversidades.
Hay que tomar en cuenta que el Metro de Santo Domingo ha sido uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos en la historia de la República Dominicana, por lo que, al asumir su continuación, el presidente Abinader pone de manifiesto la visión que tiene sobre la continuidad del Estado y de que las obras no son propiedad de ningún gobernante, sino de todo el país.
Ese concepto lo demostró meses atrás cuando consideró que el ex presidente Medina merecía estar presente en la apertura de una de las estructuras de la “Ciudad Sanitaria Luis E. Aybar”, puesto que su Gobierno dejó esa obra casi concluida.
Cualquier cantidad de recursos que se haya invertido y se invierta en el futuro para dotar la capital de un sistema de transporte a la altura de las grandes ciudades está justificada.
El Metro de Santo Domingo es una inversión de gran incidencia social y económica para miles de personas que usan ese medio para llegar a tiempo a destino con puntualidad, seguridad y confort.