El Partido de la Liberación Dominicana emergió, en 1990, como la segunda fuerza política del país en términos de votación presidencial, pero la primera en la Cámara Baja, al acumular una representación de 44 diputados, además de 12 senadores.

Para aquellos también traumáticos comicios, el partido morado dejó atrás su condición de tercera fuerza, espacio que ocuparía, brevemente, el Partido Revolucionario Dominicano, como resultado de la división que le sobrevino a la derrota de 1986.

Se suponía que, con ese caudal, la organización se erigía como el competidor por excelencia del entonces partido hegemónico, el Reformista Social Cristiano, dirigido por su líder y eterno candidato, Joaquín Balaguer.

Sin embargo, en los comicios de 1994, el PLD tuvo una caída estrepitosa, al pasar del 33.79% recibido en 1990, a apenas el 13.12%, un impresionante desplome de 20 puntos porcentuales, un solo senador y 12 diputados.

Fue un resbalón que le regresó antes de 1986, año en el cual tuvo su primer acceso al Senado con la elección de Laureano Guerrero Sánchez, por La Romana, y Daniel Mejía, por San Pedro de Macorís.

Aquella caída se atribuyó al deterioro físico que ya afectaba al profesor Juan Bosch, quien de todos modos fue su candidato presidencial por última vez, pero también a la recuperación del PRD de la mano de José Francisco Peña Gómez.

Pero en el PLD actuaron con gran visión, sentido de oportunidad y cierta astucia, y pudieron capitalizar parte de la solución de la crisis política derivada de las irregularidades comprobadas en las elecciones de ese año 1994.

Crearon una dirección colectiva en el sentido genuino del término, pusieron manos a la obra, y apenas dos años después su nuevo candidato, Leonel Fernández, alcanzó casi el 39% en la primera vuelta, para ganar en la segunda, aunque de la mano de Balaguer.

¿Está el PLD en las mismas condiciones de 1994 para reponerse de los escombros que le ha dejado la última elección? Ni por asomo.

El declive definitivo de la formación morada es cuestión de tiempo, pues contra ella acechan dos elementos igual de complejos.

Uno, su falta de una colectividad como la de 1994; otro, el crecimiento que experimentó Leonel en los comicios recientes, un probable imán para atraerse al PLD. Observemos el panorama que viene.

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