“El presidente de la República dirige la política interior y exterior, la administración civil y militar, y es la autoridad suprema de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los demás cuerpos de seguridad del Estado”. Artículo 128 de la Constitución concerniente a las atribuciones presidenciales.

Esta simple introducción que antecede a las 25 atribuciones constitucionales de que dispone el presidente de la República le obliga a no delegar sus facultades en ninguna otra persona, a menos que sea una mera representación como corresponde a los funcionarios que el mandatario designa en cuestiones específicas.

En el manejo de la política exterior, el gobernante pasa su representación en el canciller o los embajadores acreditados en otros países o en misiones especiales, pero siempre bajo sus directrices.

Por consiguiente, es una petición absurda la hecha por el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, Abel Martínez, en el sentido de que el presidente Luis Abinader se aparte del manejo de una crisis creada por incontrolables haitianos, cuyas pretensiones de sustraer el agua del río Dajabón para provecho de particulares cuentan ahora con apoyo del precario gobierno del país vecino.
Para que se tenga clara la impertinencia de la solicitud, vemos el inciso f) del mismo artículo 128 constitucional:

“Tomar las medidas necesarias para proveer y garantizar la legítima defensa de la Nación, en caso de ataque armado actual o inminente por parte de nación extranjera o poderes externos”… Y sigue fortaleciendo este apartado.

Si bien el conflicto con Haití por la cuestión del canal no representa “ataque armado actual o inminente”, sí obliga al presidente a estar al frente del manejo de ese asunto para “tomar las medidas necesarias para proveer y garantizar la legítima defensa de la Nación”, ya que se trata de una provocación de los haitianos que amenaza nuestros intereses nacionales.

¿Por qué tendría el comandante en jefe que sustraerse de las obligaciones que el país ha puesto bajo su responsabilidad para que estas pasen a manos de religiosos y otras personas ajenas a la conducción de la política de seguridad nacional? Por el contrario, frente a las provocaciones, la unidad alrededor del jefe del Estado.

Las campañas electorales se prestan para planteamientos absurdos y descabellados, aun cuando de antemano se saben contrarios a las obligaciones presidenciales.

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