La energía verde es energía que no ensucia y que proviene de fuentes renovables (esto es, que no se agotan). Se distinguen la eólica (proveniente de la fuerza del viento), la hidroeléctrica (que utiliza el agua en movimiento), la solar, la geotérmica (que viene del calor de la tierra), la biomasa (de ramas de árboles de rápido crecimiento, prensadas y convertidas en vapor) y la urdimotriz (que viene de las olas).
También se puede convertir la basura sólida en energía. Esto sin embargo no se cataloga como verde, porque contamina (pero como eliminarla también lo hace, tendría sentido considerarla).
Las energías verdes cobran cada vez más importancia como alternativa a las fuentes de energía convencionales, como lo son el petróleo, el gas y el carbón, porque éstas son finitas y muy contaminantes. Y cada día suena más alto la defensa de que esta sustitución se imponga a todo costa, por el bien del planeta, y por nuestra propia salvación como especie.
Planteado así resulta difícil no abogar a su favor. El problema es que se pasan por alto sus implicaciones reales…:
Primero… su enorme costo (no tanto para producirla, sino para poder aprovecharla). En Alemania, por ejemplo, el 20 pc de energía eólica implica un aumento de un 60 pc del costo en la red. Y una granja solar en cualquier parte del mundo necesita 400 veces más terreno que una planta nuclear.
Todas tienen además algún inconveniente importante: los molinos contaminan la visual del paisaje, hacen ruido y matan aves (si a preocuparnos por la ecología vamos), y no nos garantizan una energía constante porque depende de que haya viento. Los paneles solares también dañan el paisaje, y si no sale el sol, no hay luz. La geotérmica, por otro lado, solo es factible donde la corteza de la tierra sea muy fina. También conllevan un costo geopolítico: a Occidente le imponen lo que no logran imponerle a China, siendo ésta responsable de más del 50 pc de las emisiones de gases en el mundo. Entonces se ríe de sus competidores que se quedan atrás, encareciendo su energía. China ensucia…y Occidente le pone la supremacía en bandeja de plata, empobreciéndose para limpiar.
Jamás se menciona que para que se imponga lo verde, el ciudadano común tendrá que pagar más impuestos y terminará siendo más pobre y viviendo peor: sin su “sucio” automóvil (porque ¿cómo se compra un tesla?), pedaleando bajo el calor, resignado al transporte público, pasando frío en invierno con una calefacción regulada, y sin poder viajar en avión por lo caro que le saldrá.
Quieren hacernos creer que la mayoría está dispuesta a pagar ese precio…porque lo “cool” es ser verde. Pero la mayoría de los que vivimos en este mundo tiene que levantarse cada día a buscar su sustento. No tiene tiempo para ser un ferviente climatólogo y ni se entera de lo que están tramando a sus espaldas las élites ambientalistas con el pretexto de “salvarnos”.