Otto Bismarck, arquitecto de la unificación alemana, expresó que “la gracia de Dios tiene un lugar especial en su corazón para proteger a los borrachos, a los locos y a los Estados Unidos de América”.
Al pronunciar esta frase Bismarck tenía razón: Los Estados Unidos son un país inmenso -tercero en tamaño en el mundo- y con la ventaja de hablar un solo idioma; tiene salida a los dos grandes océanos, el Atlántico y el Pacifico; un río -navegable en su mayoría, el Mississippi- que lo atraviesa de norte a sur; un clima lo suficientemente frio como para no sufrir de enfermedades tropicales y cálido como para ser una potencia agrícola; posee una gran parte de los minerales que un país necesita para su desarrollo, dos países fronterizos más débiles; además de nunca haber peleado una gran guerra en su territorio…
Pero aún más, durante su creación intervinieron personas muy capaces -como Jefferson, Hamilton, Madison y Franklin, entre otros- que coincidieron en una misma época histórica. Estos, tuvieron la visión de adaptar las ideas democráticas de la antigua Grecia a un contexto distinto y -en una época en que predominaban las monarquías- establecieron un sistema de gobierno representativo, con una constitución que promueve la participación de sus ciudadanos y protege sus derechos fundamentales.
No obstante, muchos de estos hombres padecieron de un “pecado original”: la contradicción entre los ideales de libertad e igualdad, consagrados en la Declaración de la Independencia y en la Constitución, y el mantenimiento de un sistema de esclavitud. Esto último contribuyó a crear una sociedad racializada, la cual ha hecho tres crisis grandes en distintos momentos de su historia, la tercera de ellas aun en ciernes.
Conscientes de esta grave deficiencia, la constitución de los EEUU estableció el compromiso de sus ciudadanos de seguir luchando por “la formación de una unión más perfecta”; la cual se ha ido logrando con la superación de las crisis resultado de ese “pecado original”.
La primera de estas crisis se presentó con la elección de Abraham Lincoln en 1860, la cual -con una guerra civil que duró 4 años y produjo unos 600 mil muertos- resultó en la abolición de la esclavitud en 1863. Esta decisión justiciera del presidente Lincoln le costó la vida, al ser asesinado por un supremacista blanco en el año 1865.
El triunfo de Lincoln en la guerra civil se tradujo en la posterior aprobación de tres importantes enmiendas a la constitución que significaron un avance en el reconocimiento de los derechos ciudadanos: la Decimotercera enmienda que abolió la esclavitud y la servidumbre; la Decimocuarta que reconoció los esclavos libertos como ciudadanos(as) estadounidenses, la igualdad de todos ante la ley y el debido proceso; y la Decimoquinta, el derecho voto.
Durante este periodo -llamado “la reconstrucción”- el ejército federal ocupó los antiguos estados confederados para garantizar la conversión de los esclavos en ciudadanos(as) libres. En el resultaron electos unos 2,000 afroamericanos a distintos cargos, incluyendo dos senadores y 16 congresistas. Transcurrirían casi 100 años para que los afroamericanos pudieran tener otro representante en el Senado (Edward Brooke – Massachusetts 1966).
Resultado de una negociación “perversa”, después de un tranque en las elecciones de 1876, se produjo la desocupación del ejército de federal de los ex estados confederados, lo cual generó el retorno la segregación racial, los linchamientos de afroamericanos, la eugenesia; y otra serie de leyes retrogradas, algunas de ellas con el apoyo de la Suprema Corte de Justicia, las llamadas leyes “Jim Crow”.
Este periodo regresivo trajo una segunda crisis que fue superada con la lucha por los derechos civiles entre los años 1940’s -1968. Este movimiento tuvo momentos épicos que todos recordamos, como fueron la marcha de Washington, en la que el Reverendo Martin Luther King pronunció su famoso discurso “Yo Tengo un sueño”; la marcha de Selma a Montgomery conocida como el “Domingo sangriento”; y el asesinato de Martin Luther King en 1968.
La solución a esta crisis representó avances al sistema democrático, incluyendo el fin de la segregación racial en las escuelas, la ley de los derechos civiles, la reforma a la ley de migratoria -que abrió los EEUU a millones de inmigrantes de países en desarrollo, incluyendo a los dominicanos- y la ley de derechos electorales.
Hoy existen fuerzas en los Estados Unidos que impulsan retroceso y pueden conducir al país a una tercera crisis, una de cuyas manifestaciones fue el asalto al congreso del 6 de enero de 2021. Sin embargo, tenemos la certeza de que la democracia en los EEUU seguirá su senda de progreso, ya que como dijo Abraham Lincoln “… las cuerdas místicas de la memoria [de los estadounidenses] se henchirán cuando los mejores ángeles de su naturaleza las toquen nuevamente…”. Y estos “mejores ángeles de su naturaleza” tocaran nuevamente las conciencias de los estadounidenses al votar en las próximas elecciones presidenciales del 5 de noviembre del 2024.