Desde que tengo uso de razón, en la República Dominicana ha sido difícil que algún dirigente, político, sindical o barrial, reconozca su derrota cuando su contrario ha obtenido una victoria.
En los diferentes escenarios de mi país a los que participan en un proceso electoral de cualquier índole se les hace cuesta arriba decir; “fulano o mengano me ha ganado en buena lid” y, por el contrario, es común la frase “hubo fraude” o “los recursos del Estado me han derrotado”.
Al buscar en los archivos podemos ver que en el 2000 los peledeístas fueron a la casa de Joaquín Balaguer, en la Máximo Gómez 25 , en busca de su apoyo para una segunda vuelta y ante la negativa de éste optaron por no ir a la próxima ronda.
En el 2004, pese a la derrota sufrida por Hipólito Mejía, un amplio grupo de seguidores se resistía a reconocer la victoria de Leonel Fernández. Horas más tarde, Mejía dijo que aceptaba los resultados, apagando un conato de crisis.
A lo interno del PLD en el 2007 hubo un enfrentamiento fuerte entre el entonces presidente Leonel Fernández y el actual presidente Danilo Medina, y ante la victoria del primero, el segundo solo se limitó a decir: “Me venció el estado”.
Siguiendo con el tema, en el 2011 en el Partido Revolucionario Dominicano, Hipólito Mejía se enfrentó a Miguel Vargas y el actual presidente del PRD no reconoció el triunfo de Mejía, y dijo que miles de peledeístas votaron en contra y que el partido oficial le impuso un candidato.
En el 2012, en las elecciones generales entre Danilo Medina e Hipólito Mejía, el segundo no admitió su derrota aunque después se le vio de paños y manteles con el hoy gobernante.
En el 2016, Luis Abinader denunció el uso de los recursos públicos cuando Medina obtuvo la victoria en ese proceso.
Solo en los últimos 25 años el fenecido líder perredeísta José Francisco Peña Gómez ha podido demostrar un fraude y tuvo como consecuencia un recorte del mandato del fallecido presidente Joaquín Balaguer: Los demás han sido puros alegatos.
He llegado a la conclusión que en República Dominicana a los políticos, los dirigentes médicos, educativos, sindicales y hasta choferiles se les hace muy pesado admitir la derrota, porque solo denuncian uso de fondos públicos y árbitros vendidos. Se hace más que evidente la necesidad de cambiar esa cultura política muy propia de República Dominicana y trabajar en el fortalecimiento de la democracia para poder mantenerla y borrar esa práctica dañina de dejar de reconocer cuando el contrincante ganó.