El presidente Danilo Medina tomó dos pesadas decisiones que talvez se conviertan en temas controversiales. Primero, terminar las relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán), que refuerza el ejercicio de nación soberana, aunque Taiwán, desde su creación republicana por la retirada de las fuerzas militares de Chiang Kaishek del continente a la isla, junto con sus familias y las de algunos líderes del Komitern y de la sociedad que temían las consecuencias del gobierno del triunfante Mao Zedung. Segundo, votar en favor de la condena del proceso electoral recién sostenido en Venezuela, que haría ilegítimo e ilegal sus resultados, incluyendo la reelección del presidente Nicolás Maduro, que desvela la cara entreguista del mandatario dominicano que hoy actúa como vasallo de poder extranjero comandado por un troglodita racista, energúmeno narcisista y abusador elitista, olvidando su deber de defender las decisiones heroicas de decenas de miles de ciudadanos dominicanos que enfrentaron al invasor de 1965 y ofrendaron sus vidas para preservar la identidad nacional; olvida también las consecuencias de la resolución de la OEA que “legalizó” la decisión unilateral de los Estados Unidos de ocupar el territorio dominicano, primero reconociendo como representante al enviado de un gobierno de facto e ilegal que ya no existía, y rechazando al enviado del gobierno constitucional de reciente reposición; una decisión que refleja no solo el ejercicio del neocolonialismo de los Estados Unidos, también la actitud entreguista de las naciones cuyos representantes aprobaron la ocupación del territorio de nación hermana por el coloso del norte, cuya justificación acusaba al expresidente Bosch y su partido de tener simpatías con el comunismo internacional, ergo licitar sus manipulaciones de la política interna dominicana para que fuese congruente con los intereses de los Estados Unidos. La víctima de ayer aprueba hoy ser uno de los victimarios de Venezuela. Esa acción me avergüenza, y debería también a todos los dominicanos, especialmente porque el primer esfuerzo de emancipación de la patria dominicana procuró que el territorio nacional formara parte de la república bolivariana: la Gran Colombia.
Bolívar, el libertador y ensamblador de la América Latina como foro multinacional de propuesta y defensa mutua y de unión política siempre vio con sospecha las relaciones con los Estados Unidos. Cito algunas de sus declaraciones sobre el gigante norteño (https://www.aporrea.org/actualidad/a6998.html):
1. Convidar a los Estados Unidos para … que … después que estemos reunidos (sea) la fiesta de los Lapitas y (entre) el león a comerse a los convivios. 2. Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad. 3. Más importante es conocer nuestro pasado y nuestra realidad social que copiar el Código de Leyes de Washington. 4. Hablo de la conducta de los Estados Unidos del Norte con respecto a los independientes del Sur, y de las rigurosas leyes promulgadas con el objeto de impedir toda especie de auxilio que pudiéramos procurarnos allí. 5. Ya por su antineutralidad la América del Norte nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que nos compensen sus humillaciones y fratricidios.