Circula en las redes un texto que parece ser un fragmento de una carta o de un artículo, pero sin mayores referencias, atribuido a José Martí, apóstol de la Independencia cubana, según el cual Martí, supuestamente, se refiere en términos no muy elogiosos a la precaria situación histórica de los haitianos como nación y al peligro que representan para los dominicanos. Dicho fragmento, con motivo de la actual situación de conflicto con Haití por los trabajos de construcción de un canal de desvío del río Masacre, ha trascendido aun más.
El texto dice lo siguiente: “Con Haití no hay posibilidad de entendimiento; todas las verdades de las ciencias políticas y económicas se estrellan contra esa realidad brutal. Es una cultura de la miseria, depredación y pobreza que se los tragará irremediablemente a menos que opongan una seria resistencia. Cierren la frontera o restrínjanla al máximo. Que se invierta todo lo que se quiera, internamente, en Haití, pero no liguen los pueblos porque nada bueno saldrá. Haití no es una nación, es una masa de gente, y con intenciones muy siniestras hacia los dominicanos”.
El escrito atribuido a Martí no es auténtico. Quien haya leído un texto de Martí sabrá, inmediatamente, que ese no es el estilo de escribir del Maestro. Más aun, cualquiera puede tomar una antología de textos martianos y abrirla al azar y sentirá en su rostro, como una bocanada de aire puro del norte, el alto y luminoso estilo de quien fuera un príncipe de la prosa y un innovador del verso de habla hispana.
Martí desde joven escribió artículos de opinión donde incluía crítica cultural, social y política, pero siempre con un sentido que motivaba al acercamiento, nunca a alejar a personas, naciones o países. Un clásico ejemplo del sentido de unidad martiano es la famosa carta dirigida a don Federico Henríquez y Carvajal, “esto es aquello y va con aquello”.
Incluso el tono del texto que le atribuyen en las redes es distinto al suyo. Si bien las frases cortas, y el lenguaje llano, como está escrito el párrafo de referencia, son muy atinadas para convencer. El tono martiano es de largo aliento, envuelve, eleva, con muchas conjunciones que unen párrafos e ideas llenas de fuerza e imágenes que desembocan irremediablemente en la luz, muy distante del texto apócrifo.
Además, Martí vivió la mayor parte de su vida organizando y luchando por la libertad de su patria, Cuba, sometida colonialmente por España. También, el Apóstol se figuró el enorme poder e influencia que ejercerían los Estados Unidos de Norteamérica sobre estas tierras y, sin embargo, ni sobre España ni sobre el gran hermano del Norte se dirigió nunca Martí en los términos en que el libelo dice que lo hizo sobre Haití. Más bien siempre escribió sobre España y los EE.UU. con admiración y con respeto. Y sobre Haití, sus tierras y sus campesinos, también lo hizo de igual manera. Basta leer las “Páginas de un diario” (de Monte Cristi a Cabo Haitiano), para darse cuenta.