Un año que comienza, heredando los retos que enfrenta Constanza, en su ruta hacia el turismo, que aprovecha la naturaleza de un fenómeno a espaldas del trópico antillano. Es imprescindible un equilibrio entre naturaleza y producción agrícola, actividad que como se realiza hoy, agrede y afecta el medio ambiente. El Constancero no muestra, en su mayoría, conciencia de lo que significa la agricultura descontrolada y un turismo que apenas “gatea”. Ambas actividades pueden convivir con regulación apropiada. Se habilitan terrenos, con exagerados ángulos de inclinación, lo que garantiza que ante lluvias fuertes, irán a parar a los ríos como sedimento. El uso indiscriminado de gallinaza sin procesar (estiércol de pollo crudo) crea una colonia de decenas de millones de molestas y peligrosas moscas. Se abusa de pesticidas y del uso del agua para fines agrícolas, llevando los nutrientes añadidos, fuera del alcance de las raíces. La señalización de vías es casi inexistente o muy deficiente, creyendo los responsables de ello que “to’el mundo sabe aonde ta to”. El incidente de los haitianos ocupando, con un mercado de pulgas la entrada del Salto de Aguas Blancas, resuelto por Medio Ambiente, pudo evitarse. Le correspondía a la sobre discreta Politur. Se trata de un atractivo natural mal manejado, con una construcción de hormigón que choca con el ambiente, que debe proteger sus fuentes, para mantener flujos de agua. Otro atractivo turístico son Las Piedras Letradas, formación rocosa ceremonial, en las que nuestros antepasados aborígenes, dejaron decenas de figuras talladas, cuyo significado aún por descifrar, están bien cuidadas de la tendencia al vandalismo. El ciclismo de montaña, de interesante desarrollo, atrae decenas de deportistas al igual que los maratones de altura, debiendo contar con efectivo respaldo oficial. La velocidad de los vehículos, responsables de tantos accidentes fatales, son una amenaza contra la ciudadanía y más contra estas actividades deportivas, que delinean junto a la imprudencia permanente de motoristas con pobre formación, un grave problema. El batallón de Cazadores, con asiento en Constanza, nació para combatir acciones guerrilleras de otras épocas, ya de imposible existencia en nuestras tierras. Bien pudieran hacerse programas de reforestación con un importante número de soldados entrenados, en una productiva simbiosis ente el Ministerio de Medio Ambiente y el Ejército Dominicano, reforzados por voluntarios y estudiantes que no “jallan” donde realizar las horas de actividad social que deben agotar. Estos programas serían una fuente de trabajo productivo para criollos. Los propietarios de terrenos con vocación agrícola, debieran proveer sanitarios para sus trabajadores, evitando que materias fecales, con riesgos, vayan a parar a vías de aguas superficiales. El ruido, música y sonido de iglesias amplificado, se constituye en un disuasivo en la zona y sus alrededores. En el ambiente del parque central, se libra cada noche una batalla con poderosas armas de amplificación, sin otra víctima que el ciudadano que rechaza ese amasijo de notas enredadas, con sonidos de bajos alucinantes con niveles que “aflojan lo diente”. Brindo con jugo de fresa, por Constanza y su futuro…