Violencia en Haití (Foto de archivo)
Violencia en Haití (Foto de archivo)

Si pudiéramos medir el grado de insatisfacción del dominicano, veríamos que la excesiva presencia haitiana en nuestro territorio, sobrepasa todo límite imaginativo y crea sensaciones de fracaso, de pérdida. El Presidente se quedó corto en la estimación del número de parturientas y cuántos estudiantes haitianos tenemos en escuelas dominicanas, Son más, muchos más. Los gobiernos han sido permisivos al extremo, minimizando los efectos de una invasión, sí, una invasión, aunque tildan de xenófobos y racistas.

Lo que nos ha invadido tiene el más bajo nivel y está siendo soportado por los dominicanos que pagamos por su estadía. La visita del Secretario de Estado de los USA, mueve a suspicacia y más que nada por los cantinflescos o“diplomáticos propósitos” que motivan su presencia. Que la ayuda a Haití y sus ciudadanos, sea en su territorio: hospitales, escuelas, capacitación, empleos, zonas francas, campamentos de refugiados y todo lo que los americanos quieran darle, pero allá. Que entiendan los que dirigen la nación, que la población se encuentra hastiada de los haitianos, saturados del creole y “jarta” de su presencia, convertida en competencia, ocupando los espacios que le corresponden a los criollos en los hospitales y a los niños dominicanos en las escuelas. Esto no parará ahí… No estamos en ánimo de compartir nuestra nación y sus logros, con esa horda de migrantes del menor nivel. Decimos que invasión, porque la entrada de estas personas ocurre al margen de la ley; que absorberán la cultura criolla, muy rica, fuerzan por imponernos la de ellos, cerca del hombre primitivo del África subsahariana con sus “luases”; imponen sus fracasadas ideologías; porque no agradecen la hospitalidad de la que han gozado, sino que nos acusan de discrimen, xenofobia, racismo, del que están ellos mismos marcados por su propia Constitución. La cantidad de haitianos en Dominicana, no tiene una simple razón, como la atracción hacia un lugar de paz (amenazado por lo violento que son, como característica ciudadana) y de seguridad económica, si no que son parte de un plan mayor, manejado por intereses foráneos, de los cuales son cómplices gobiernos extranjeros hipócritas a los que empresarios criollos hacen el juego por intereses particulares. Todo el que facilite la entrada de ilegales, comete acciones contra la patria y el que contrata ilegales viola la ley. Son estos intereses los que evitan que se refuerce el marco regulativo que penaliza esas entradas ilegales, propiciada por militares y civiles, sin dimensionar la gravedad de sus consecuencias. Es claro que la Dirección de Migración no puede con la carga de capturar y repatriar a estos ilegales que ellos mismos denuncian como corrupta y saben que por unos pesos entran de nuevo al país. Hace falta la creación de un organismo interdisciplinario para reducir esa población ilegal. La Dominicanidad está en juego…

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