En abril pasado participé en una reunión en la que el doctor José Natalio Redondo, que dirige un hospital en Puerto Plata y otro en Punta Cana, informó a Asonahores la exitosa experiencia con un nuevo tratamiento para curar la COVID-19, que desarrollaba un equipo de médicos de diferentes instituciones de salud.
Poco después, la agencia española EFE divulgó una breve nota sobre la afanosa búsqueda científico-médica de un tratamiento y una vacuna contra el terrible virus. Informaba lo siguiente: “La última novedad en este sentido llega desde Australia donde un grupo de científicos de la Universidad de Moash, en Melbourne ha utilizado un medicamento antipárasito denominado Ivermectin en el laboratorio y aseguran que es capaz de acabar con el coronavirus en 48 horas”.
La agencia confirmaba las palabras de José Natalio. En Australia hicieron con excelentes resultados el trabajo de laboratorio y aquí los doctores de la Clínica Bournigal de Puerto Plata, Johnny Tavares Capellán, neumólogo, y Yudelka Merette, intensivista, probaron con éxito esos hallazgos con el uso de la Ivermectina en pacientes con COVID-19, logrando su recuperación en aproximadamente 48 horas.
José Natalio relata que en los primeros días de la expansión de la pandemia llegaban a la clínica de Puerto Plata, personas en condiciones de salud deplorables, para las que no tenían respuesta efectiva porque los medicamentos señalados para combatir el virus no aparecían en el mercado. Pero el doctor Tavares conoció sobre la experiencia de los científicos de la Universidad de Moash, publicados en la revista especializada Antiviral Research, con sólida reputación internacional. Este hallazgo no fue casualidad, porque los científicos tienen más de una década probando y demostrando el amplio espectro de efectividad de la Ivermectin como antivirus.
Dice la revista que se lograron resultados impactantes contra la COVID-19 utilizando Ivermectin, “un agente antiparasitario de amplio espectro aprobado” en Estados Unidos y que en los últimos años “hemos demostrado tiene actividad antiviral contra una amplia gama de virus”. Es un medicamento de muy bajo costo, ampliamente conocido en el mundo médico como tratamiento para seres humanos y animales. Se produce en el país y se exporta a otros mercados.
Se usó aquí por primera vez contra COVID-19 el día 22 de marzo. Un señor que llegó “prácticamente muriéndose”. Ocho horas después de haberle suministrado la primera dosis de Ivermectina, sus síntomas de gravedad desaparecieron. Una “reacción divina” para el equipo médico. Ya se ha usado en unos 500 casos con excelentes resultados y sin efectos secundarios. Todos documentados como Dios manda.
Han tenido el consentimiento de los pacientes, acudiendo a lo que en medicina se conoce como “uso compasivo”, porque se aplican medicamentos en fase de investigación a personas que padecen una enfermedad crónica y en riesgo de muerte, y no pueden ser tratadas satisfactoriamente con otros medicamentos. Pero Ivermectina no es un medicamento desconocido, y ofrece las siguientes ventajas:
Es un medicamento conocido de amplio uso durante décadas aquí y muchísimos países, se produce localmente, es de muy bajo costo, tiene efecto rápido y los pacientes regresan rápidamente a la vida normal y baja los gastos en clínicas y cuidados intensivos.
La historia iniciada por José Natalio, Jonnhy y Yudelka se ha extendido porque ya participan en la experiencia médicos de las clínicas Bournigal, Dr. Canela (La Romana) y Punta Cana. Si las autoridades de salud no lo represan –y aun así- este éxito, dará la vuelta rápidamente y elevará al infinito la imagen de nuestro país.