En vista de que no es de mayor interés del Gobierno ni de las autoridades de turno resolver el grave problema fronterizo que afrontamos los dominicanos, justo es pedir a cada ciudadano que haga el sacrificio de apartar de su presupuesto diario, si lo tiene, el dinero que le permita a aportar para comprar un block.Todos sabemos del gran compromiso internacional de unificar la isla y las obligaciones contraídas en ese sentido por quienes nos gobiernan, pero como nación tenemos el derecho de procurar una convivencia pacífica, defender nuestra soberanía y proteger los sagrados intereses nacionales del país.
Ya la frontera apenas tiene 311 kilómetros y si el 70% de los dominicanos aquí o en el exterior aporta un block promedio, previamente desmontamos el argumento de que no hay dinero para hacerlo.
No se trata de racismo, ni de mal querencia a nuestros vecinos, pero ellos están demostrando que están dispuestos a todo para ocuparnos y han comenzado con la depredación vertiginosa de todos los recursos provistos por la naturaleza.
Es tiempo de que arquitectos, ingenieros, maestros constructores, albañiles, empresarios, comerciantes, profesionales, obreros, técnicos y ciudadanas comunes, que sientan en su pecho algo del ardor patriótico, se coloquen en la decisión de resolver el problema que parece no importar a las autoridades ni los políticos que dominan la cosa pública.
Todos los ciudadanos del mundo son bienvenidos en buena lid, pero la frontera dominico-haitiana se ha convertido en el mejor camino para el crimen, el narcotráfico, el trasiego de armas, la trata de personas. Y por esa vía también nos están convirtiendo en el paraíso deseado de las grandes mafias que operan en el mundo.
El primer grito están en el aire, quienes quieran sumarse al pedido pueden hacerlo en la certeza de que surgirá un movimiento patriótico, con expresión de pueblo, que impedirá que continúen los abusos y violaciones contra la hospitalidad y buena voluntad de los dominicanos. La suerte está echada.