Los presidentes norteamericanos presentan las memorias anuales a la nación en lo que llaman el discurso del Estado de la Unión, donde se hace un resumen de los logros del año recién transcurrido y se presentan propuestas ante el Congreso.
Después del debate que suscitó el libro de Michael Wolff, sobre los problemas en la Casa Blanca; y las inferencias de Steve Bannon sobre Trump y el hecho que no quería ganar las elecciones, que lo que buscaba era publicidad para iniciar una emisora que lo colocará en el centro de la política y promoviera sus negocios como la marca que con su nombre ha impulsado y que muchos entienden es parte de su estilo egocentrista que le ha reportado grandes beneficios, todos se preguntaban cuál sería el tono de su discurso.
Después del año de protestas sobre si la política del presidente norteamericano es racista o no, los continuos cambios en la Casa Blanca que terminaron llevándose al mismo Bannon, un racista impenitente que cree que la raza blanca está por encima de las demás y que recuerda las épocas más oscuras de la historia norteamericana contra los afroamericanos y que por suerte terminó de salir, ya que su presencia lo único que hacía era remover las heridas no cicatrizadas aún de una segregación racial que trataba a los afroamericanos de forma realmente inhumana.
Enfrentamientos con Corea del Norte y los intentos de la muralla con México; los twits agresivos del presidente, presagiaban que el tono del discurso fuera el de guerrillero y no el del estadista de la nación más poderosa del mundo.
Sin embargo, para tranquilidad y sorpresa fue un discurso muy político, donde destacó a un grupo de norteamericanos que sufrieron pérdidas de familiares o se destacaron en los eventos de la naturaleza que afectaron al país del norte el año pasado. Un niño que promovió con mucho éxito poner banderas en las tumbas de los soldados caídos, le dieron a la presentación de las memorias un tono muy humano.
El prestigioso diario El País de España, dijo que a pesar de haber querido ser moderado terminó siendo el mismo Trump, que no logró la unidad que pretendía y ordenó mantener las prisiones de Guantánamo y luego de una hora no logró convencer a nadie.
Donald Trump tiene un estilo muy especial, el mismo lo llevó a la presidencia que muchos creían más que imposible. A diferencia del diario El País, para muchos su discurso fue presidenciable como en pocas ocasiones, más calmado que lo usual y destacó lo que ha hecho, que no es nada diferente por lo que el electorado votó por él.
Gústenos o no, prometió una reforma fiscal que aprobó el Congreso y que hará que muchas empresas regresen a Estados Unidos, tal y como destacó en el discurso. Los bajos costos de la energía y ahora impuestos muchos más bajos, son un incentivo a tomar en cuenta para invertir en esa gran nación.
Su posición sobre la migración sigue siendo la misma, ha dado un giro en su parecer con el programa de acción diferida para los llegados en la infancia, conocido por sus siglas en inglés como DACA, que originalmente trató de suspender y un juez falló a favor del programa. Ahora el presidente parece haber recapacitado y ha dicho que lo apoyará para aquellos jóvenes que procuran el llamado sueño americano.
Durante su primer año no ha hecho nada diferente de lo que prometió en campaña. No sé cómo muchos se asombran y de mantener un discurso más moderado como el de esta oportunidad ante la nación y el Congreso, el crecimiento de los empleos y de la economía, no sería una sorpresa en esta oportunidad ver a un Trump reelegirse dentro de tres años.