Nunca, como en estas elecciones, los estadounidenses habían estado tan divididos a la hora de escoger un presidente; y aunque de seguro han habido procesos parecidos, nada se iguala o compara a este duelo entre dos agendas diametralmente opuestas, y que podríamos sintetizar en un camino que conduce a un país tercermundista -Kamala Harris- u otro de procurar un espacio de primer orden y equilibrio ante las pretensiones geopolíticas y comerciales de China, y en menor medida de Rusia, de imponer una agenda global en torno a su hegemonía o “nuevo orden mundial” (para ser más extensivo dirigido por los BRICS).
Mas sin embargo, esa pretensión de China choca con barreras culturales, idiomáticas y el “modelo” de sociedades que son China, India y Rusia: cerradas hacia adentro, con todo lo que ello implica para sus ciudadanos -conculcación de libertades públicas, derechos humanos, segregación-pobreza (algo que también se da en USA, hay que subrayarlo) y autoritarismo-régimen de castas- y, al mismo tiempo o contradictoriamente, abiertas para los negocios, la expansión e influencia fuera de sus zonas geográficas o geopolíticas.
Y ese punto neurálgico es parte de lo que está en juego en estas elecciones estadounidenses que, sin duda, marcarán un antes y un después para los Estados Unidos y su gravitación global.
Pero también, hay un aspecto poco observado o tratado por los analistas políticos y la opinión pública: Kamala Harris arrastra el desgaste de un partido en el poder que ha tenido múltiples reveses en materia de política exterior, sumado a comportamiento económico de crisis e inflación -encima: pésima gestión fronteriza-migratoria-. Contrario, en el caso de Trump, es el discurso rayado, de los demócratas y sus satélites mediáticos, del asalto al Capitolio o target-cuco -llámese, campaña de miedo- que ha sido predominante y que se traduce en el eslogan-cliché “es un peligro para la democracia”. Pero, obvian, que ya Trump fue presidente -2016-2020- y la democracia no pereció en su mandato. Sumémosle el hecho de que, para los demócratas, son dos los candidatos republicanos u objetivos políticos-mediáticos a vencer: Donald Trump, más Elon Musk. Algo insólito político-electoral. Sin duda, un fenómeno nuevo, pero que se explica por la gran influencia o incidencia de la tecnología, Inteligencia Artificial y las redes sociales en la política y la percepción pública-ciudadana.
En fin, todavía, a estas alturas del proceso, las encuestas no dan a un seguro ganador, pero, y lo reitero, tengo el pálpito o la apreciación, subjetiva, de que el expresidente Donald Trump será de nuevo el presidente de los Estados Unidos, y esta vez no se aislará tanto del papel o rol geopolítico global -multilateralismo- que su país, como potencia de primer orden, históricamente ha jugado.