Tribunal es un órgano cuya finalidad principal es ventilar con eficacia el mal comportamiento de quienes infringen las leyes.
En la Iglesia también hay tribunales y funcionan las leyes hasta el punto, por ejemplo, de que en los últimos diez años ha recibido seis mil denuncias de pederastia de las cuales han sido castigadas 3,420 y, 848 sacerdotes fueron apartados del servicio con lo cual aplica la pena más dura del derecho canónico.
Ese sencillo, pero contundente ejemplo, debe ser tomado en cuenta aquí, porque es en nuestro país, donde las aberraciones están enmarcadas en estadísticas que deben permitirnos hacer de nuestra Santa Madre Iglesia un verdadero paradigma moral, pero vaya usted a saber, que aun cuando no se conforman con satisfacer sus aberrantes apetencias sexuales, asesinan entonces a la infeliz e indefensa víctima que la más de las veces no tiene quien la defienda.
Desde luego, la Iglesia es abundantemente buena y el papa un vigilante permanente de su membresía que al día de hoy cuenta con unos 430 mil sacerdotes que cumplen su misión en distintos puntos del mundo.
Incluso, son mucho más, por medición de abrumadora mayoría, los sacerdotes que dignifican la filosofía eclesiástica y de momento es necesario recordar al padre Martín Lasarte, un sacerdote de 75 años que en Luanda, África, recoge a niños y niñas abandonados que para evitar ser golpeados buscan refugios; cuidan leprosos y a otros infortunados de la vida.
La Iglesia, repito, es tan abundante buena que sesenta mil sacerdotes y religiosos han dejado su tierra y su familia para servir en una leprosería, hospitales, campos de refugiados, sidosos, orfanatos y múltiples lugares donde la bondad es aplicada con desprendimiento, como lo hacen aquí nuestras abnegadas congregaciones sacerdotales.
Esta última experiencia dramática y dolorosa, demanda castigo, pero también sugiere la aplicación de métodos y procedimientos que pudieran prevenir, como dice el papa, estos males y que al amparo de las normas canónicas, se lleven al pie de la letra y sirva de guía a los obispados de todo el mundo. ¡Amén!