Cumple un mes el gobierno del Presidente Luis Abinader. Para muchos de los que forman su gabinete les debe haber parecido mucho tiempo, pero les recuerdo que el tiempo pasa volando y pronto estaremos en elecciones.
Con un estilo cercano, eliminando muchos de esos símbolos que no son parte de una vida moderna, más cercana y sencilla. De alguna forma ha continuado con las visitas al interior, que fue un punto que distinguió la administración pasada. Lo hace con cambios como pernoctar en los lugares que visita, lo que le permite un contacto mucho más directo con las necesidades de la población.
Es un estilo que me recuerda los Obama, cercano con su esposa, sencillos en el trato y nunca olvido de manera jocosa una comparación de fotos de Obama en Cuba sosteniendo su sombrilla en la lluvia y la de un político dominicano joven con un asistente que cargaba el paraguas. La Primera Dama que marca un sello diferente. No tiene las grandes oficinas, ni los enormes presupuestos, ha decidido repartir los recursos a educación y salud, sencilla, cercana, activa en las redes y con una voz propia también, muy cercana como el Presidente.
Este primer mes debe ya haber sido suficiente para saber que ejercer el poder es difícil, mucho más en esta situación.
Encuentra una nómina de más de 700,000 empleados públicos y las demandas de empleos de su partido en momentos presupuestales difíciles.
Tiene mucho donde recortar sin afectar el empleo de los que menos tienen. Miles de viceministros, directores y subdirectores.
Instituciones que han gastado millones que pueden enfocarse a los programas sociales; a la agricultura, que pasa una situación difícil al haber caído la demanda por la ausencia de turismo, los productores han perdido mucho dinero y necesitan préstamos como los que ya ha propuesto el gobierno a tasas cero de interés.
El Presidente Abinader ha conformado un gran gabinete, personas preparadas y las primeras señales de que quiere un gobierno transparente no ha sido con enunciados o fanfarrias sino con excelentes nombramientos como los de Milagros Ortiz Bosch, Miriam Germán y Carlos Pimentel.
Tiene el reto de la conformación de la nueva Junta Central Electoral. Los partidos de la oposición parecen estar de acuerdo con nombrar un gran profesional que viene de las filas políticas. Tanto el Presidente como el Ministro Administrativo de la Presidencia han sido enfáticos en que no quieren políticos.
Ojalá mantengan esa posición. Muchos opinan que basta con que el organismo electoral tenga en su composición gerentes y no sólo abogados, porque entienden que el problema de las fallidas elecciones de febrero fue sólo culpa de la falta de gerencia.
Fueron muchas las luchas a lo interno, muchas de las responsabilidades recayeron sólo en el presidente, pero las simpatías políticas fueron las responsables de la extensión del horario de las primarias de octubre y el intento en febrero de que se votara sólo en jurisdicciones pequeñas para favorecer a candidatos del partido oficial.
Si la JCE elige políticos de nuevo, la falta de transparencia será la forma de actuar, la ausencia de control en el gasto de elecciones la norma y la compra de cédulas la constante de cada elección.
Como decía un buen amigo, hace falta una sociedad organizada que apoye al Presidente, que ha dado señales suficientes de que quiere hacer cambios que desde mucho tiempo atrás hemos olvidado por las dichosas reelecciones.
La sociedad tiene que apoyar a los pocos senadores que quieren eliminar el barrilito, la ausencia de un congreso que legisle, que interpele, simplemente que cumpla con las funciones para las cuales fueron electos.
Hemos llegado a un momento de organizar la casa en circunstancias verdaderamente azarosas, pero tenemos la capacidad de reponernos de la crisis sanitaria y económica, exportar, convertirnos realmente en una marca país, apoyar el turismo que pasa por su peor crisis, pero con mucho futuro por delante.
El gobierno encuentra una verdadera crisis en la educación, invertimos mucho en aulas, pero no en calidad, hablamos de educación digital cuando muchos de nuestros niños no tienen un techo seguro o peor aún no saben si podrán comer algo al acostarse a dormir.
Ojalá seamos capaces de desarrollar una nueva clase política que no sólo piense en su propio beneficio, un apoyo de los empresarios para no ser parte de lo mismo, convertirnos en motores de un cambio verdadero. Hay que recordar que nunca es más oscuro que cuando está por amanecer.