Nos encontramos a cinco días de la final de la Liga de Campeones, que será el sábado. Se hará en el nuevo estadio del Atlético de Madrid, el Wanda Metropolitano. Hay toque de queda en el universo del deporte.
La última vez que se dio una configuración así, o sea club inglés contra club inglés en una final fue en el año 2008, Manchester United versus Chelsea.
Dos legendarios equipos nos brindaron un show épico donde el Manchester se impuso en una dramática tanda de penales. Pero ¿deberíamos esperar lo mismo?
El Tottenham, a lo largo de la competición, ha sabido aprovechar las oportunidades, esto implica mucha táctica a dos juegos.
Si nos fijamos, en las dos últimas fases del torneo, el equipo ha necesitado de los dos juegos de la clasificatoria (ida y vuelta) para ‘filtrarse’, en otras palabras, ha empleado tácticas a largo plazo para solucionar problemas, no para golpear definitivamente, pero la final es un único juego, o sea el margen de error, escuche bien Pochettino, se reduce estrepitosamente, aunque esta vez cuenta con su mejor arma, el aún adolorido, Harry Kane.
El Liverpool, en cambio, ha obtenido resultados mejores, no tanto contundentes, pero la única vez que se encontraron bajo amenaza real durante el torneo fue contra el Barcelona, cuando este le clavó un 3-0 en el Camp Nou y los Reds le contestaron con un 4-0 en Anfield.
El detalle está en que la joya del Liverpool es su gran ofensiva compuesta por el tridente Mané-Firmino-Salah, quizás el mejor de la actualidad.
El Liverpool le remontó al Barça con Firmino y Salah fuera del campo. Magistralmente liquidaron a un confundido y abatido Barcelona que hasta ese momento estaba relativamente aún con vida.
Si este Liverpool ha llegado a la final dos veces en dos años y es capaz de despilfarrar al Bayern y dejar llorando al Barcelona, ¿qué le podría esperar al Tottenham?
No quiero sonar parcial, pero a menos que Pochettino nos tenga una gran sorpresa guardada (como anteriormente) las predicciones que dan al Liverpool como ganador en 90 minutos con 65% de probabilidad parecen acertadas, pero recordar, es una final y aquí el corazón se deja en el campo.