La FIFA es un organismo con mucha influencia al manejar las directrices de un deporte que sirve de entretenimiento a tantos pues resulta lógico. En los países donde por factores culturales se acoge el fútbol como deporte, la FIFA tendrá los mecanismos para desarrollarlo pero este proceso no siempre será igual para todas las federaciones, tornándose gradual en algunas y dinámico en otros.
Por toda América existen ligas ya maduras y con mucha historia, como son la mexicana, que dicho sea de paso tiene un modelo de competición similar al nuestro, o la Superliga Argentina de Fútbol, cada cual con procesos históricos de desarrollo diferentes.
Es acertado decir que el fútbol de mejor nivel que se puede apreciar hoy día está en las ligas europeas. Este continente es el hogar de las llamadas cinco grandes ligas, dígase la española, inglesa, francesa, alemana e italiana. Cada una denota un estilo muy diferente de juego y también existen equipos hegemónicos que dominan de manera, pareciese absoluta, todas las competiciones en las que se inscriben.
Antes de que él balompié se viera institucionalizado y regulado de manera total por la FIFA en los años 50, existieron en estas monstruosas ligas situaciones de competición que a lo largo del tiempo configuraron la historia para que algunos equipos resultaran consagrados a través de las épocas, pero en sus inicios más primigenios antes de que el capital y la institucionalización dominaran, por ahí por la época de los primeros decenios del siglo XX, en el fútbol existía más equilibrio en el juego, no en torno a quien resultara campeón de las competencias, sino por el equilibrio competitivo en su desarrollo.
Para su inicio de este año nuestra liga muestra paridad en las estadísticas, pero esto a mi juicio es un terreno fértil para lo épico. Es responsabilidad de los equipos, el forjar el mito realizando proezas extraordinarias que provoquen exaltación, forjar el sentimiento a través del quiebre de lo rutinario. En este deporte, de los escenarios de equilibrio nacen las leyendas al desafiar el empate y con la belleza estética del juego lograr que el pueblo necesite del fútbol.