“El proceso está blindado, las pruebas son irrefutables y no habría posibilidad de evitar una condenación contundente. Este es el fin de la impunidad”, dice de manera confiada el funcionario encargado de la persecución. “El expediente acusador exhibe serias debilidades e inconsistencias que lo hacen insostenible en juicio, estamos confiados en que los tribunales descartarán ese adefesio jurídico; la verdad saldrá a la luz”, exclama furibundo el abogado.
“Atacaremos la corrupción caiga quien caiga y hasta las últimas consecuencias, aquí no hay vacas sagradas”, clama la autoridad con gran certeza. “La corrupción es un mal endémico imposible de erradicar, es inevitable”, expresan los ciudadanos escépticos.
“La honradez y trayectoria son mi mejor carta de presentación para resistir las tentaciones en el cargo, actuaré de acuerdo a mi conciencia y convicciones en apego a las reglas” proclama el recién designado administrador, mientras los demás piensan, tras una risa socarrona “se habrá mantenido así porque nunca ha estado en una posición de poder que lo pusiera a prueba, eso habrá que verlo”. “Los resultados de la compañía reflejan todo el esfuerzo de un equipo de trabajo que ha seguido un plan estratégico minuciosamente trazado para obtener los mejores resultados”, dice satisfecho el gerente, los empleados, por su parte, reflexionan: “Si somos los principales artífices de esos resultados exitosos de la empresa, deberíamos participar de los beneficios y tener mejores sueldos”.
“Ese colegio exige demasiado y el rendimiento académico de mi hijo debería mejorar, ¿qué pasa con estos profesores?”, grita una madre furiosa; del otro lado, el profesor cavila “no entiendo cómo ese muchacho no avanza en su aprendizaje, debiera esforzarse más, ¿por qué sus padres no colaboran?”.
“Esta subvención aliviará la difícil situación económica que atraviesan”, expresa el gobernante henchido de orgullo ante una muchedumbre que le vocifera “¿por qué tan poco?”. “Tenemos las vacunas que les salvarán la vida” les dice “¿y nuestro legítimo derecho a no aplicárnosla?”, le replican. “La educación en este país es un desastre” aducen unos y les responden otros: “Los métodos de enseñanza han mejorado ostensiblemente”. “En el país la delincuencia se ha reducido, lo demás, es pura percepción”, asegura el agente del orden y los ciudadanos exclaman “¡estamos desesperados, aquí no se puede vivir con tanta inseguridad!”. “La estabilidad macroeconómica es un ejemplo de la región”, afirman las autoridades monetarias, en lo que el consumidor se queja de los altos precios.
Entonces, ya no solo se trata del cristal con que se mire, más bien, de qué es lo que se ve a través de él y desde dónde, si desde las gradas o del pódium. Mientras tanto, ¿a quién le creo?