Dedicándole tiempo a la investigación sobre los hallazgos de la Neuroeducación, para un ensayo que está en manos de la Editorial Santuario, titulado “Hallazgos de la Neuroeducación para el Aprendizaje Temprano”, aprecié la necesidad de incluir el tema sobre la creciente condición de niños autistas. Llama la atención que la Organización Mundial de la Salud (OMS) situaba en 2016 la tasa o prevalencia de 1 x cada 160 niños; en cambio, para marzo 2022 en 1 x 100 niños; es un incremento importante e inexplicable.
En este proceso he tenido algunas experiencias con familias con niños con el “Espectro Autista”. Les comento la primera, y fue antes, iniciando el milenio, cuando observé a un niño de dos a tres años parado frente a un televisor concentrado presenciando el concierto de “Los tres tenores”, grabado del concierto del 7 de julio de 1990, en Roma, Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, con una orquesta de 200 músicos dirigida por Zubin Mehta.
Luego, su padre me hizo saber que duró todo el concierto frente a la TV. El niño mostraba ligeros síntomas de dificultad para socializar y hablar con fluidez, por lo que fue atendido por un neuropsicólogo. Hoy es adolescente y estudia ingeniería musical y composición en una universidad de prestigio en esa rama en EEUU. Sus padres supieron acompañarlo, sin detenerse en dificultades ni atribulaciones por manejos inadecuados de educadores o compañeros de aulas.
Luego, ya trabajando el tema, al ir a un establecimiento comercial al que frecuento, a quien atiende la encuentro cabizbaja y muestra en su rostro dolor y profunda tristeza propios de una madre.
Cuidadosamente pregunto “¿qué le produce tanto dolor?” Fija su mirada y dice “ay don Franklin, mi niño fue diagnosticado con autismo”. Sin esperarlo exclamé: “¡formidable, será un genio si lo acompaña y lo deja hacer y estudiar lo que le guste; no lo contraríe ni se avergüence”. Hace unas pocas semanas le pregunté “¿cómo sigue el niño?”. Con su rostro iluminado con una amplia sonrisa dice: “Le había dicho que le gusta las matemáticas, estudiaba inglés y mandarín, luego ha incorporado el francés, el alemán y ahora el alfabeto ruso”.
Para investigadores acreditados por la OMS constituye un desafío desentrañar sus causas por ser imprecisas e indeterminadas; a lo sumo la OMS dice “La evidencia científica disponible indica la existencia de múltiples factores, entre ellos los genéticos y ambientales, que hacen más probable que un niño pueda tener autismo.”
La OMS actualiza las variaciones asumiendo las investigaciones “Prevalencia global del autismo: una actualización sistemática de la revisión” (Jinan Zeidan, Eric Fombonne, Julie Scorah, Alaa Ibrahim, Maureen S. Ducking, Shekhar Saxena, Afigah Yusuf, Andy Shih, Mayada Elsabbagh; 03 marzo 2022). Estos investigadores dicen: “El desafío de la Neurociencia no es mayor que el de la educación (…) Desde la primera infancia y durante toda la vida, una amplia gama de intervenciones pueden optimizar el desarrollo, la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas con autismo. El acceso oportuno a intervenciones psicosociales tempranas basadas en las evidencias puede mejorar la capacidad de los niños con autismo para comunicarse eficazmente e interactuar socialmente. Se recomienda incluir el seguimiento del desarrollo infantil en la atención sistemática a la salud de la madre y el niño”.
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