Este pasado día 21 de agosto, a las 17:51 hora local, la República de Venezuela fue sacudida por un fuerte terremoto de magnitud 7.3 en la escala de Richter, el cual por su magnitud pudo haber sido devastador, sin embargo, para tranquilidad de venezolanos, de caribeños, de geólogos y de sismólogos, ese fuerte terremoto no causó daños estructurales importantes, y en consecuencia, afortunadamente, tampoco provocó muertes, ni heridos.
En vista de que la escala Richter de magnitud sísmica es una escala logarítmica, este terremoto de magnitud 7.3 ocurrido en la zona este de Venezuela es 3 veces más fuerte que el terremoto de magnitud 7.0 ocurrido en Puerto Príncipe, Haití, en fecha 12 de enero de 2010, y por ello mucha gente nos ha preguntado insistentemente, ¿cómo es posible que un terremoto de magnitud 7.0 haya provocado en Haití 316 mil muertes, 350 mil heridos, 400 mil edificaciones colapsadas, y que 1.5 millones de personas quedaran sin hogar, mientras un terremoto 3 veces más fuerte no ha producido ninguna muerte, ningún herido, y ninguna edificación colapsada en Venezuela?
Y las respuestas son las siguientes:
1-Mientras el terremoto de Haití fue provocado por una rotura de la corteza terrestre con ubicación hipocentral a 10 kilómetros de profundidad a lo largo de la falla secundaria Plantain Garden, o falla de Enriquillo; el terremoto de Venezuela fue provocado por una rotura de la corteza terrestre con ubicación hipocentral a 154 kilómetros de profundidad a lo largo de la falla primaria de contacto entre la placa tectónica del Caribe y la placa tectónica de Suramérica, por lo que la gran profundidad hipocentral del terremoto de Venezuela atenuó las ondas sísmicas de corte mientras recorrían el largo camino hasta la superficie terrestre.
2-Mientras el punto epicentral del terremoto de Haití estuvo localizado a tan solo 15 kilómetros al suroeste de la densamente poblada ciudad de Puerto Príncipe, el punto epicentral del terremoto de Venezuela estuvo localizado a 450 kilómetros al este de la ciudad de Caracas, a la mitad del camino entre la isla Margarita y la isla de Trinidad y Tobago, a 120 kilómetros de cada una de esas islas, por lo que las ondas sísmicas de corte llegaron muy atenuadas a esos importantes núcleos urbanos.
3-El suelo de la llanura de Puerto Príncipe, donde se concentra la mayor cantidad de asentamientos humanos, está constituido por arcillas calcáreas blandas, con velocidades de propagación de las ondas sísmicas de corte de 75 metros por segundo, lo que clasifica esos suelos arcillosos como tipo E, donde las bajas velocidades de propagación de las ondas sísmicas de corte obligatoriamente producen un efecto de amplificación local para mantener el balance de energía, conocido como efecto de sitio, producen un incremento sustancial de la aceleración basal y un incremento de la aceleración que entra y estremece lateralmente a las estructuras habitacionales, hospitalarias y escolares, convirtiéndose ese terremoto de magnitud 7.0 en el peor desastre sísmico ocurrido en el planeta Tierra en los últimos 100 años; mientras que en Venezuela y sus vecindades predominan las rocas ígneas rígidas que permiten el paso de las ondas sísmicas de corte a muy altas velocidades que impiden su amplificación local, y por tal razón las fuerzas sísmicas son mínimas y los daños son insignificantes.
Igual situación se presentó el pasado viernes, en horas de la mañana, cuando un terremoto de magnitud 7.1 en la escala de Richter sacudió la zona fronteriza entre Perú, Bolivia y Brasil, terremoto que tampoco provocó daños gracias a que su rotura hipocentral estuvo localizada a 609 kilómetros de profundidad, lo que permitió que la mayor parte de la energía elástica que acompañaba a las ondas sísmicas de corte se atenuara antes de llegar a la superficie de la zona.
Esta correlación entre esos terremotos nos demuestra que en Haití se conjugaron simultáneamente los cuatro peores factores que pueden producir un desastre sísmico en algún punto del planeta Tierra: un punto de rotura hipocentral muy superficial, un epicentro muy cercano al principal núcleo urbano, un suelo arcilloso blando, tipo E, de pésima respuesta sísmica, y estructuras civiles de muy mala calidad; mientras que en Venezuela y en Perú se han conjugado simultáneamente los tres factores que hacen que un terremoto sea prácticamente inofensivo en la superficie de la Tierra: un punto de rotura hipocentral muy profundo, un epicentro alejado de núcleos urbanos, y una roca rígida que impide que las ondas sísmicas se amplifiquen y generen grandes fuerzas cortantes capaces de destruir estructuras, tal y como se amplificaron y destruyeron las ciudades de Santiago de los Caballeros y La Vega en 1562, tal y como se amplificaron y dañaron la ciudad de México en 1985, y tal y como se amplificaron y destruyeron a Puerto Príncipe en el año 2010.